Pongo en este blog las fotos de mis BODAS DE ORO SACERDOTALES, para los familiares y vecinos, que no han podido venir. También las fotos de las BODAS DE DIAMANTE DE NUESTRO PÁRROCO D. MOISÉS VILAS HERMIDA, He puesto también la ORDENACIÓN SACERDOTAL del primo D.EMILIO VAZQUEZ GESTAL en Roma, a la que asistí. Pido a Dios, que sea un motivo "vocacional". Franja.
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(RV).- “No se entiende a un cristiano
sin Iglesia". Lo constató el Papa Francisco esta mañana en la misa
celebrada en la Casa de Santa Marta. El Santo Padre indicó los tres pilares del
sentido de pertenencia eclesial: la humildad, la fidelidad y la oración por la
Iglesia.
La homilía de hoy partió de la figura
del rey David, como es presentada en las lecturas del día: un hombre que habla
con el Señor como un hijo que habla con el padre y también si recibe un
"no" a sus peticiones, lo acepta con alegría. David - observó el
Pontífice – tenía "un fuerte sentimiento de pertenencia al pueblo de
Dios". Y esto -puntualizó - nos hace preguntarnos cuál es nuestro sentido
de pertenencia a la Iglesia, nuestro sentir con la Iglesia y en la Iglesia:
"El cristiano no es un bautizado
que recibe el bautismo y luego va adelante por su camino. El primer fruto del
bautismo es hacerte pertenecer a la Iglesia, al pueblo de Dios. No se entiende
a un cristiano sin Iglesia. Y por esto el gran Pablo VI decía que es una
dicotomía absurda amar a Cristo sin la Iglesia; escuchar a Cristo pero no a la
Iglesia: estar con Cristo al margen de la Iglesia. No se puede. Es una
dicotomía absurda. Nosotros recibimos el mensaje evangélico en la Iglesia y
hacemos nuestra santidad en la Iglesia, nuestro camino en la Iglesia. Lo demás
es una fantasía o, como él decía, una dicotomía absurda".
El "sensus ecclesiae" es precisamente
- dijo Francisco- el sentir, pensar, querer, dentro de la Iglesia.
Hay tres
pilares de esta pertenencia , de este sentir de la Iglesia.
El primero es la
humildad, en la conciencia de estar dentro de una comunidad como una gracia
grande:
"Una persona que no es humilde,
no puede sentir con la Iglesia, sentirá lo que a ella le gusta, lo que a él le
gusta. Y esta humildad que se ve en David. '¿Quién soy yo, Señor Dios, y qué
cosa es mi casa?' Con esa conciencia de que la historia de salvación no comenzó
conmigo y no terminará cuando yo muera. No, es toda una historia de salvación:
yo vengo, el Señor te toma, te hace ir adelante y después te llama y la
historia continúa. La historia de la Iglesia comenzó antes de nosotros y
seguirá después de nosotros. Humildad: somos una pequeña parte de un gran
pueblo, que va sobre el camino del Señor".
El segundo pilar es la fidelidad,
"que va unida a la obediencia".
"Fidelidad a la Iglesia,
fidelidad a su enseñanza, fidelidad al Credo, fidelidad a la doctrina, mantener
esta doctrina. Humildad y fidelidad. También Pablo VI nos recordaba que
nosotros recibimos el mensaje del Evangelio como un don y debemos transmitirlo
como un don, pero no como una cosa nuestra: es un don recibido que damos. Y en
esta transmisión ser fieles. Porque nosotros hemos recibido y debemos dar un
Evangelio que no es nuestro, que es de Jesús, y no debemos - decía él -
convertirnos en propietarios del Evangelio, propietarios de la doctrina
recibida, para utilizarla a nuestro gusto".
El tercer
pilar es un servicio particular, finalizó el Obispo de Roma 'rezar por la
Iglesia'.
"¿Cómo va nuestra oración por la Iglesia?" "¿Rezamos
por la Iglesia? ¿En la misa todos los días, pero en nuestra casa, no? ¿Cuándo
hacemos nuestras oraciones?". Rezar por toda la iglesia, en todas partes
del mundo. Que "el Señor nos ayude a ir por este camino para profundizar
nuestra pertenencia a la Iglesia y nuestro sentir con la Iglesia”. (RC-RV)
Síntesis
de las homilías del Papa Francisco en las Misas que celebra todas las mañanas
en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
2014-01-28
"Eres
capaz de gritar cuando tu equipo hace un gol
y no de cantar las alabanzas al
Señor?"
El Papa el martes en Santa Marta
Radio Vaticana
La oración de alabanza nos hace fecundos. Lo afirmó el Papa Francisco en la
Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta. El Papa, comentando la danza
alegre de David para el Señor de la que habla la Primera Lectura, subrayó que,
si nos cerramos en la formalidad, nuestra oración se vuelve fría y estéril.
“David
danzaba con todas las fuerzas ante el Señor”. El Santo Padre desarrolló su
homilía partiendo de esta imagen alegre, relatada en el Segundo Libro de
Samuel. Todo el Pueblo de Dios, recordó, estaba de fiesta porque el Arca de la
Alianza regresaba a casa. La oración de alabanza de David, continuó, “lo llevó
a dejar toda compostura y a danzar ante el Señor” con “todas las fuerzas”.
Esta, comentó, “¡era precisamente la oración de alabanza!”. Leyendo este
pasaje, dijo, “pienso inmediatamente” en Sara, después de haber dado a luz a
Isaac: “¡El Señor me ha hecho bailar de alegría!”. Esta anciana. Como el joven
David – resaltó el Papa – “bailó de alegría” ante el Señor. “A nosotros –
observó luego – nos es fácil entender la oración para pedir una cosa al Señor,
también para agradecer al Señor”. También entender la “oración de adoración”,
aseguró, “no es tan difícil”. Pero la oración de alabanza “la dejamos de lado,
no nos viene espontáneamente”:
“‘Pero,
Padre, ¡esto es para aquellos de la Renovación en el Espíritu, no para todos
los cristianos!’. No, la oración de alabanza es una oración cristiana ¡para
todos nosotros! En la Misa, todos los días, cuando cantamos el Santo… Esta es
una oración de alabanza: alabamos a Dios por su grandeza, ¡porque es grande! Y le
decimos cosas hermosas, porque nos gusta que sea así. ‘Pero, Padre, yo no soy
capaz… Yo debo…’. Pero ¿eres capaz de gritar cuando tu equipo de fútbol hace un
gol y no eres capaz de cantar las alabanzas al Señor? ¿De salir un poco de tu
contención para cantar esto? ¡Alabar a Dios es totalmente gratuito! ¡No
pedimos, no agradecemos: alabamos!”
Debemos
rezar “con todo el corazón”, prosiguió: “Es también un acto de justicia,
¡porque Él es grande! ¡Es nuestro Dios!”. David, recordó luego, “era tan feliz,
porque el arca regresaba, regresaba el Señor: con aquella danza también su
cuerpo rezaba”:
“Una
buena pregunta que podemos hacernos hoy: ‘¿Cómo está mi oración de alabanza?
¿Yo sé alabar al Señor? Sé alabar al Señor, o cuando rezo el Gloria o rezo el
Santo lo hago sólo con la boca y no con todo el corazón?’ ¿Qué me dice aquí
David, danzando? ¿Y Sara, bailando de alegría? Cuando David entra a la ciudad
comienza otra cosa: ¡una fiesta!”
“La
alegría de la alabanza – recalcó el Obispo de Roma – nos lleva a la alegría de
la fiesta. La fiesta de la familia”. El Papa recordó que cuando David entra al
palacio, la hija del rey Saúl, Mical, lo reprende y le pregunta si no sentía
vergüenza por haber bailado de aquella manera delante de todos, él que es el
rey. Mical “despreció a David”:
“Me
pregunto ¿cuántas veces despreciamos en nuestro corazón a personas buenas,
gente buena que alaba al Señor como le nace, así espontáneamente, porque no son
cultos, no siguen las formalidades? ¡Desprecio! Y la Biblia dice que por este
motivo Mical se quedó estéril ¡por toda la vida! ¿Qué cosa quiere decir aquí
Palabra de Dios? ¡Que la alegría, que la oración de alabanza nos hace fecundos!
Sara bailaba en un momento grande de su fecundidad, ¡con noventa años! La
fecundidad que nos da la alabanza al Señor, la gratuidad de alabar al Señor. Aquel hombre o aquella mujer que alaba al Señor, que reza alabando al Señor,
que cuando reza el Gloria se alegra de decirlo, cuando canta el Santo en la
Misa se alegra de cantarlo, es un hombre o una mujer fecundo”. (RC-RV)
Síntesis de la homilía del Papa Francisco en las Misa que celebra
todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
Hace
más ruido un árbol que cae, que un bosque que crece. El Papa el lunes en Santa
Marta
2014-01-27
Radio Vaticana
La Iglesia no se puede
entender como una simple organización humana, la diferencia la hace la unción
que dona a los obispos y sacerdotes la fuerza del Espíritu para servir al
pueblo de Dios: lo dijo el Papa Francisco en la Misa presidida esta mañana en
la Casa de Santa Marta. El Pontífice agradeció a tantos sacerdotes santos que
dan la vida en el anonimato de su servicio cotidiano.
Comentando
la primera lectura del día, que habla de las tribus de Israel que ungen a David
como su rey, el Papa explicó el significado espiritual de la unción. “Sin esta
unción – afirmó - David habría sido el jefe” de “una empresa”, de una “sociedad
política, que era el Reino de Israel”, habría sido un simple “organizador
político”. En cambio, “después de la unción, el Espíritu del Señor” desciende
sobre David y permanece con él. Y la Escritura dice: “Así David se iba
engrandeciendo cada vez más, y el Señor, el Dios de los ejércitos, estaba con
él”. “Esta – observó el Santo Padre - es precisamente la diferencia de la
unción”. El ungido es una persona elegida por el Señor. Así ocurre en la
Iglesia con los obispos y los sacerdotes.
“Los
obispos no solo son elegidos para llevar adelante a una organización, que se
llama Iglesia particular, son ungidos, tienen la unción y el Espíritu del Señor
está con ellos. Pero todos los obispos, todos somos pecadores, ¡todos! Pero
estamos ungidos. Todos queremos ser más santos cada día, más fieles a esta
unción. Y aquello que precisamente hace a la Iglesia, aquello que da la unidad
a la Iglesia, es la persona del obispo, en nombre de Jesucristo, porque está
ungido, no porque haya sido elegido por la mayoría. Sino porque está ungido.
Una Iglesia particular tiene su fuerza en esta unción. Y por participación
también los sacerdotes son ungidos”.
La
unción – continuó el Papa – acerca a los obispos y a los sacerdotes al Señor y
les da la alegría y la fuerza “para llevar adelante a un pueblo, para ayudar a
un pueblo, para vivir al servicio de un pueblo”. Dona la alegría de sentirse
“elegidos por el Señor, mirados por el Señor, con aquel amor con el que el
Señor nos mira, a todos nosotros”. Así, “cuando pensemos en los obispos y en
los sacerdotes, debemos pensarlos así: ungidos”:
“De
lo contrario no se entiende a la Iglesia, pero no solamente no se entiende, no
se puede explicar cómo la Iglesia vaya adelante solamente con las fuerzas
humanas. Esta diócesis va adelante porque tiene un pueblo santo, tantas cosas,
y también un ungido que la conduce, que la ayuda a crecer. Esta parroquia va
adelante porque tiene tantas organizaciones, tantas cosas, pero también tiene
un sacerdote, un ungido que la lleva adelante. Y nosotros en la historia
conocemos una mínima parte, pero cuántos obispos santos, cuántos sacerdotes,
cuántos sacerdotes santos que han dejado su vida al servicio de la diócesis, de
la parroquia; cuánta gente ha recibido la fuerza de la fe, la fuerza del amor,
la esperanza de estos párrocos anónimos, que no conocemos. ¡Hay tantos!”.
Hay
tantos – dijo Francisco – “los párrocos del campo o los párrocos de ciudad, que
con su unción han dado fuerza al pueblo, han transmitido la doctrina, han dado
los sacramentos, o sea la santidad”:
“‘¡Pero,
Padre, he leído en el diario que un obispo ha hecho tal cosa o que un sacerdote
ha hecho tal cosa!’. ‘Si, también yo lo he leído, pero, dime, ¿en los diarios
están las noticias de aquello que hacen tantos sacerdotes, tantos curas en
tantas parroquias de ciudad y del campo, la tanta caridad que hacen, tanto
trabajo que hacen para llevar adelante a su pueblo?’. ¡Ah, no! Esa no es
noticia. Eh, lo de siempre: hace más ruido un árbol que cae, que un bosque que
crece. Hoy pensando en esta unción de David, nos hará bien pensar en nuestros
obispos y en nuestros sacerdotes valientes, santos, buenos, fieles y rezar por
ellos. ¡Gracias a ellos nosotros hoy estamos aquí!”. (RC-RV)
Síntesi de las homilía del Papa Francisco en la Misa que celebra
todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
El espíritu de la mundanidad nos lleva a la apostasía
Radio Vaticana
Pensamiento del Papa
(Que el Señor nos salve del espíritu mundano que “negocia todo”,
non sólo los valores, sino también la fe. Lo pidió el Papa en su homilía de la
Misa celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta el pasado 18 de
noviembre. El Santo Padre Papa dijo que es necesario estar en guardia ante lo
que definió la “globalización de la uniformidad hegemónica”, fruto de la
mundanidad:
El Pueblo de Dios prefiere alejarse del Señor ante una propuesta
de mundanidad. Comentando la Primera Lectura, un pasaje del Libro de los
Macabeos, el Papa se detuvo en la “raíz perversa” de la mundanidad. Al destacar
que los guías del pueblo ya no querían que Israel permaneciera aislado de las
demás naciones, abandonan sus propias tradiciones, para ir a tratar con el rey.
Van a “negociar” – dijo Francisco – y se sienten entusiastas por esto. Es como
si dijeran “somos progresistas, vamos con el progreso, donde va toda la gente”.
Y advirtió que se trata del “espíritu del progresismo adolescente” que “cree
que ir adelante en cualquier elección, es mejor que permanecer en las
costumbres de la fidelidad”. Esta gente, por tanto, negocia con el rey “la
fidelidad a Dios siempre fiel”. Y “esto – añadió el Papa – se llama apostasía”,
“adulterio”. En efecto, no están negociando algunos valores, “negocian
precisamente lo esencial de su ser: la fidelidad al Señor”.
“Y esta es una contradicción: no negociamos los valores, sino
que negociamos la fidelidad. Y esto es precisamente el fruto del demonio, del
príncipe de este mundo, que nos lleva adelante con el espíritu de la
mundanidad. Y después, suceden las consecuencias. Tomaron las costumbres de los
paganos, después un paso adelante: el rey prescribió en todo el reino que todos
formaran un solo pueblo y cada uno abandonara sus propias usanzas. No es la
bella globalización de la unidad de todas las Naciones, sino, cada una con sus
propias usanzas, pero unidas, pero es la globalización de la uniformidad
hegemónica, es precisamente el pensamiento único. Y este pensamiento único es
fruto de la mundanidad”.
El Papa recordó que tras esto “todos los pueblos se adecuaron a
las órdenes del rey; aceptaron también su culto, hicieron sacrificios a los
ídolos, y profanaron el sábado”. Poco a poco, se fue adelante por este camino.
Y al final, “el rey elevó sobre el altar un abomino de devastación”:
“Pero, Padre, ¿esto también sucede hoy? Sí. Porque el espíritu
de la mundanidad también existe hoy, también hoy nos lleva con este deseo de
ser progresistas siguiendo el pensamiento único. Si a alguien se le encontraba
el Libro de la Alianza y si alguien obedecía a la Ley, la sentencia del rey lo
condenaba a muerte: y esto lo hemos leído en los periódicos en estos meses.
Esta gente ha negociado la fidelidad a su Señor; esta gente, movida por el
espíritu del mundo, ha negociado la propia identidad, ha negociado la
pertenencia a un pueblo, un pueblo que Dios ama tanto, que Dios quiere como
pueblo suyo”.
El Papa hizo referencia a la novela del inicio de 1900, “El amo
del mundo” que se detiene precisamente en el “espíritu de la mundanidad que nos
lleva a la apostasía”. Y advirtió que hoy se piensa que “debemos ser como
todos, debemos ser normales, como hacen todos, con este progresismo
adolescente”. Y después observó que “sigue la historia”: “las condenas a muerte,
los sacrificios humanos”. “¿Pero ustedes – preguntó el Papa – piensan que hoy
no se hagan sacrificios humanos? ¡Se hacen tantos, tantos! Y hay leyes que los
protegen”:
“Pero lo que nos consuela es que ante este camino que hace el
espíritu del mundo, el príncipe de este mundo, el camino de infidelidad,
siempre permanece el Señor que no puede renegar de sí mismo, el Fiel: Él
siempre nos espera, Él nos ama tanto y Él nos perdona cuando nosotros,
arrepentidos por algún paso, por algún pequeño paso en este espíritu de
mundanidad, vamos a Él, Dios fiel ante su pueblo, que no es fiel. Con el
espíritu de hijo de la Iglesia pidamos al Señor que con su bondad, con su
fidelidad nos salve de este espíritu mundano que negocia todo; que nos proteja
y nos haga ir adelante, como ha hecho ir adelante a su pueblo en el desierto,
llevándolo de la mano, como un papá lleva a su niño. En la mano del Señor
iremos seguros”.
Producción de María Fernanda Bernasconi (hispano@vatiradio.va).
El espacio “Pensamiento del Papa”, se transmite los lunes en las
emisiones informativas de las 17,30; 01,45 y 03,20 UTC. 26 de enero
Papa
Francisco: No es problema “si alguna vez los platos vuelan”, lo importante es
buscar la paz pronto
VATICANO,
24 Ene. 14 / 11:25 am (ACI/EWTN Noticias).-
No es fácil construir el diálogo con los
demás, especialmente si el rencor divide como "un muro", pero el
cristiano debe buscar siempre el camino de reconciliación, con humildad,
humillación y docilidad, porque eso es lo que ha enseñado Jesús. Así lo indicó
el Papa Francisco en su homilía durante la Misa de esta mañana en la Casa de Santa Marta.
Según
señala Radio Vaticano, la homilía en Santa Marta continuó a la de ayer. Al
centro de la lectura litúrgica, y de la reflexión del Papa, nuevamente el
enfrentamiento entre el Rey Saúl y David. El segundo, en un arranque, tiene
ocasión de matar al primero pero, observó el Santo Padre, escoge “otro camino:
el camino de acercarse, de esclarecer la situación, de explicarse. El camino
del diálogo para hacer la paz”.
“Para
dialogar es necesaria la docilidad, sin gritar. Es necesario pensar que también
la otra persona tiene más que yo, y David lo pensaba: ‘Él es el ungido del
Señor, es más importante que yo’. La humildad, la docilidad… Para dialogar, es
necesario hacer lo que hoy hemos pedido en la oración, al inicio de la Misa: darse todo a todos.
Humildad, docilidad, darse todo a todos y también –pero no está escrito en la Biblia– todos sabemos que
para hacer esto es necesario tragarse tantas cosas. Pero, debemos hacerlo,
porque la paz se consigue así: con la humildad, la humillación, buscando
siempre ver en el otro la imagen de Dios”.
“Dialogar
es difícil”, reconoció el Santo Padre, pero peor del tentar construir un puente
con un adversario es dejar crecer en el corazón el rencor hacia él. De esta
manera, afirmó, nos quedamos “aislados en este caldo amargo de nuestro
resentimiento”. Un cristiano, en cambio, tiene como modelo a David, que vence
el odio con “un acto de humildad”.
“Humillarse,
y siempre hacer el puente, siempre. Siempre. Y esto es ser cristiano. No es
fácil. No es fácil. Jesús lo hizo: se humilló hasta el final, nos hizo ver el
camino. Y es necesario que no pase tanto tiempo: cuando existe el problema, lo
más pronto posible, en el momento en el que se pueda hacer, después que la
tormenta ha pasado, acercarse al diálogo, porque el tiempo hace crecer el muro,
así como hace crecer la mala hierba que impide el crecimiento del grano. Y
cuando los muros crecen es muy difícil la reconciliación: ¡es muy difícil!”.
No
es un problema si “alguna vez los platos vuelan” – “en familia, en las
comunidades, entre los vecinos” – repitió el Papa. Lo importante es “buscar la
paz lo más pronto posible”, con una palabra, un gesto. Un puente antes que un
muro, como aquel que por tantos años dividió Berlín. Porque “también, en
nuestro corazón –dice el Papa Francisco– hay la posibilidad de convertirse en
Berlín con el Muro con los demás”.
“Yo
tengo miedo de estos muros, de estos muros que crecen cada día y favorecen los
resentimientos. También el odio. Pensemos en este joven David: habría
perfectamente podido vengarse, habría podido echar al rey y eligió el camino
del diálogo, con la humildad, la mansedumbre, la dulzura. Hoy, podemos pedir a
San Francisco de Sales, Doctor de la dulzura, que dé a todos nosotros la gracia
de hacer puentes con los demás, jamás muros”.
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del Papa
Síntesis de la homilía del Papa Francisco en la Capilla de la
Casa de Santa Marta.2014-01-23
“Quien odia a su hermano es un homicida”
2014-01-23 Radio Vaticana
Que los cristianos cierren las puertas a los celos, envidias y
habladurías que dividen y destruyen nuestras comunidades: fue la exhortación
lanzada por el Papa Francisco, esta mañana, en la Misa presidida en la Casa de
Santa Marta en la sexta jornada de oración por la unidad de los cristianos.
La reflexión del Papa partió de la primera lectura del día que
habla de la victoria de los israelitas sobre los filisteos gracias al coraje
del joven David. La alegría de la victoria se trasforma rápidamente en tristeza
y celos del rey Saúl ante las mujeres que alaban a David por haber matado a
Goliat. Entonces, “aquella gran victoria – afirmó el Santo Padre - comienza a
convertirse en derrota en el corazón del rey” en el que se insinúa, como
ocurrió con Caín, el “gusano de los celos y de la envidia”. Como Caín con Abel,
el rey decide asesinar a David.
“Así actúan los celos en nuestros corazones –
observó el Pontífice – es una mala inquietud, que no tolera que un hermano o una
hermana tengan algo que yo no tengo”. Saúl, “en vez de alabar a Dios, como
hacían las mujeres de Israel, por esta victoria, prefiere encerrarse en sí
mismo, amargarse”, “cocinar sus sentimientos en el caldo de la amargura”:
“Los celos llevan a matar. La envidia lleva a matar. Justamente
fue esta puerta, la puerta de la envidia, por la cual el diablo entró en el
mundo. La Biblia dice: ‘Por la envidia del diablo entró el mal en el mundo’.
Los celos y la envidia abren las puertas a todas las cosas malas. También
dividen a la comunidad. Una comunidad cristiana, cuando sufre – algunos de los
miembros – de envidia, de celos, termina dividida: uno contra el otro. Este es
un veneno fuerte. Es un veneno que encontramos en la primera página de la
Biblia con Caín”.
En el corazón de una persona golpeada por los celos y por la
envidia – subrayó el Obispo de Roma- ocurren “dos cosas clarísimas”. La primera
cosa es la amargura:
“La persona envidiosa, la persona celosa es una persona
amargada: no sabe cantar, no sabe alabar, no sabe qué cosa sea la alegría,
siempre mira ‘qué cosa tiene aquel y que yo no tengo’. Y esto lo lleva a la
amargura, a una amargura que se difunde sobre toda la comunidad. Son, estos,
sembradores de amargura. Y la segunda actitud, que lleva a los celos y a la
envidia, son las habladurías. Porque este no tolera que aquel tenga algo, la
solución es abajar al otro, para que yo esté un poco más alto. Y el instrumento
son las habladurías. Busca siempre y tras un chisme verás que están los celos,
está la envidia. Y las habladurías dividen a la comunidad, destruyen a la
comunidad. Son las armas del diablo”.
“Cuántas hermosas comunidades cristianas” – exclamó el Papa –
van bien, pero luego en uno de sus miembros entra el gusano de los celos y de
la envidia y, con esto, la tristeza, el resentimiento de los corazones y las
habladurías. “Una persona que está bajo la influencia de la envidia y de los
celos – recalcó – mata”, como dice el apóstol Juan: “Quien odia a su hermano es
un homicida”. Y “el envidioso, el celoso, comienza a odiar al hermano”:
“Hoy, en esta Misa, recemos por nuestras comunidades cristianas,
para que esta semilla de los celos no sea sembrada entre nosotros, para que la
envidia no encuentre lugar en nuestro corazón, en el corazón de nuestras comunidades,
y así podremos ir adelante con la alabanza del Señor, alabando al Señor, con la
alegría. Es una gracia grande, la gracia de no caer en la tristeza, del estar
resentidos, en los celos y en la envidia”. (RC-RV)
No se puede negar, después de leer esta homilía, de que el Santo Padre, como sacerdote, como religioso y como Obispo, tuvo mucho trato con los sacerdotes y con las parroquias.
Blog de Tío Paco-Franjaoli-Franja SEMANA DE ORACIÓN POR LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS DEL 18 AL 25 DE ENERO. Un solo Señor, una sola Fe, un solo Bautismo
Blog Católico de Javier Olivares-Baiona
Los textos bíblicos propuestos y los comentarios para el octavario tienen como propósito estimular una reflexión prolongada sobre la invitación a reunirnos en su nombre, que Jesús ha dirigido a sus discípulos.
Textos bíblicos y oraciones
para el Octavario
DÍA PRIMERO
Unidos por la presencia de Cristo
Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo (Ef 4,5-6)
Ez 37,15-28 Mi morada estará junto a ellos
Sal 67 (66) Oh Dios, que todos los pueblos te den gracias
Ef 4,1-6 Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo
Jn 14,23-27 Vendremos a él y haremos morada en él
El primer día desarrolla la idea de que todos los cristianos, por pertenecer a Cristo, pertenecemos los unos a los otros y estamos reunidos en una comunión que ya se manifiesta en nuestro reconocimiento común del bautismo.
Oración
Señor, te damos gracias por tu presencia entre nosotros, que nos
fortalece y nos anima en nuestro camino. Haznos conscientes de tu presencia en
nosotros y haz que seamos sensibles a lo que tú nos sugieres en todas nuestras
acciones. Concédenos sabiduría y humildad para que podamos reconocer tu
presencia en nuestros hermanos y hermanas. Señor, haz que seamos verdaderamente
uno. Amén.
DÍA SEGUNDO
Edificar la unidad de los cristianos con Jesús entre nosotros.
Ecumenismo diario
También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros (Jn 13,14)
Dt 30,15-20 Entonces vivirás y te multiplicarás
Sal 133 (132) Qué felicidad encontrarse entre hermanos
1 Cor 12,12-31 Dios dispuso según su voluntad a cada miembro en el
cuerpo
Jn 13,1-15 También vosotros debéis lavaros los pies unos a otros
El segundo día ofrece una meditación sobre la importancia de la humildad en el servicio (el ejemplo que se nos ha dado aquí es el de la invitación hecha a los discípulos de Cristo a lavarse los pies mutuamente) como medio de construir la unidad de la Iglesia.
Oración
Padre eterno, unidos en el nombre de tu Hijo Jesucristo y en la
presencia de tu Espíritu consolador, nos comprometemos a construir la comunidad
cristiana con un corazón y un entusiasmo renovados por el fuego de tu amor.
Ayúdanos a vivir un ecumenismo diario con los que nos rodean, a
imagen de tu Hijo, que lavó los pies de sus discípulos para hacerles entrar
juntos en la nueva vida de su presencia. Amén.
DIA TERCERO
Orar juntos en el nombre de Jesús
El Señor espera el momento para apiadarse de vosotros (Is 30,18)
Is 30,18-26 Él se apiadará de vosotros
Sal 136 (135) Es eterna su misericordia
Act 1,122-14 Reunidos en oración
Mt 18,18-20 Orar en nombre de Jesús
El tercer día se concentra en la importancia de la oración común, sugiriendo que cuando Jesús oraba por la unidad de sus discípulos, puede ser posible que ellos no estaban todavía reunidos en su nombre; la presencia de Jesús entre nosotros nos une a él y nos une a unos y otros.
Oración
Señor, enséñanos a orar como Jesús ha enseñado a sus discípulos. Que podamos
ser uno en la fe, en el amor y en el servicio como ellos mismos no tenían más
que un solo corazón. Concédenos celebrar nuestra diferencia, alegrarnos en la
diversidad y compartir de todo corazón las riquezas de nuestras respectivas
oraciones. Haz que nuestra reunión en nombre de Jesús nos transforme, a fin de
que seamos verdaderamente uno y el mundo crea en su presencia fiel. Amén.
DIA CUARTO
Del pasado al futuro: perdón y purificación de la memoria
No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete (Mt 18,22)
Jon 3 Arrepentimiento de Nínive, la gran ciudad
Sal 51 (50) Una invitación a la misericordia
Col 3,12-17 Por encima de todo, revestíos del amor
Jn 8,1-11 Tampoco yo te condeno
El tema del cuarto día es el de la purificación de la memoria y del
perdón ofrecido y recibido, elemento esencial del redescubrimiento y de la
reafirmación de nuestra unidad en Cristo.
Oración
Dios de reconciliación, ayúdanos a superar las decepciones y la amargura que se
han acumulado en nuestros fracasos y los pecados del pasado. Enséñanos tu perdón
para que podamos con toda humildad buscar la reconciliación contigo y con
nuestro prójimo. Fortalece en nosotros el amor de Cristo, fuente y garantía de
la unidad de tu Iglesia. Amén.
DÍA QUINTO
La presencia de Dios entre nosotros: una llamada a la paz
El Señor está con nosotros (Sal 46)
1 Re 19,1-13a En un ligero susurro
Sal 46 (45) El Señor está con nosotros
Act 10, 9-48 Dios no hace acepción de personas
Lc 10,25-37 ¿Y quién es mi prójimo?
El quinto día describe la presencia de Dios como fuente de paz y
de estabilidad, de valentía y de fuerza, que nos anima a buscar los medios para
realizar la paz.
Oración
Reunidos en el nombre de Cristo Jesús, te rogamos, Padre: haznos descubrir tu
presencia en este mundo y ayúdanos a discernir los caminos sobre los cuales tú
nos quieres guiar en nuestra peregrinación ecuménica. A ti todo honor y toda
gloria por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA SEXTO
Ser misioneros en el nombre de Jesús
Vuestro Padre celestial no quiere que se pierda
ni uno solo de estos pequeños
(Mt 18,14)
Dn 3,19-30 Testimoniar la fe
Sal 146 (145) Alabar a Dios, nuestro Salvador
Act 8,26-40 Felipe anuncia la buena noticia al eunuco etíope
Lc 10,1-12 Jesús envía a sus discípulos
El tema del sexto día nos permite reflexionar sobre el doble
movimiento de la misión: reunión y envío. Estas dos acciones tienen cada una
como fin realizar la voluntad del Padre, que es la de animar al débil y
proclamar que el Reino de Dios está cerca.
Oración
Dios vivo, despierta en nosotros el deseo de ser un pueblo misionero. Ayúdanos
a escuchar tu llamada y concédenos el coraje de dejarnos guiar por tu Espíritu.
Que podamos congregar mediante nuestro testimonio común a los más necesitados,
para que sean fuertes y en el mundo proclamen la buena noticia de tu reino.
Amén.
DÍA SÉPTIMO
Reconocer la presencia de Dios en el otro:
aceptar al otro en nombre de Jesús
El que acepta en mi nombre a un niño como éste, a mí me acepta (Mt 18,5)
Ex 3,1-17 La zarza ardiente
Sal 34 El Señor salva a los abatidos
Act 9,1-6 Yo soy Jesús, a quien tú persigues
Mt 25,31-46 Jesús está presente en nuestro prójimo
El séptimo día nos invita a acoger al prójimo y al extranjero
con todas sus diferencias, a reconocer que la presencia de Cristo en ellos
determina nuestro compromiso y el seguimiento de nuestra tarea ecuménica.
Oración
Padre eterno, concédenos reconocer que tú estás presente entre nosotros de
diferentes maneras, para que aumente nuestro deseo de llegar a una auténtica
comunión en nuestras propias Iglesias y en la sociedad donde vivimos, y que
nuestra oración por la unidad del cuerpo de Cristo, tu Iglesia, llegue a ser
siempre más ferviente. En el nombre de Cristo te lo pedimos. Amén.
DÍA OCTAVO
Unidos en la esperanza
Cuando llegue aquél día, comprenderéis que yo estoy en mi Padre; vosotros en mi
y yo en vosotros (Jn 14,20)
Ex 40,34-38 En cada etapa del camino, la nube del Señor estaba sobre el
tabernáculo
Sal 42 (41) Espera en Dios. Sí, yo lo alabaré
Ap 21,1-6 Dios estará con ellos
Jn 14,15-31 No os dejaré huérfanos
El día octavo se
vuelve en la esperanza hacia el fin de nuestra peregrinación que nos conduce a
la plenitud de la presencia de Cristo. A lo largo del camino estamos animados a
descubrir que los otros cristianos no son más extranjeros, sino compañeros de
viaje, y a anticipar juntos el día en que tenderemos las manos los unos a los
otros en la presencia de Cristo.
Oración
Padre eterno, reunidos en nombre de Jesús, concédenos la certeza de que a pesar
de todo la muerte no predominará, que nuestras divisiones cesarán, que no nos
dejaremos vencer por el desánimo y que, en la esperanza, llegaremos a la
plenitud de vida, de amor y de luz que tú has prometido a los que te aman y son
fieles a tu palabra. Amén.
Síntesis de la homilía del Papa Francisco en las Misa que
celebra todas las mañanas en la Capilla de la Casa de Santa Marta.
El hombre ve la apariencia, pero el Señor el corazón,
el Papa el
martes en Santa Marta
2014-01-21 Radio Vaticana
(RV).- Custodiemos nuestra pequeñez para dialogar con la
grandeza del Señor. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa matutina en la Casa
de Santa Marta. El Pontífice subrayó que el Señor tiene con nosotros una
relación personal, jamás un diálogo masivo. El Señor, prosiguió, elige siempre
a los pequeños, quien tiene menos poder, es porque mira a nuestra humildad.
El Señor y los pequeños. El Santo Padre centró su homilía en
este binomio subrayando que “la relación del Señor con su pueblo es una
relación personal” “siempre, de persona a persona”. Él, agregó, “es el Señor y
el pueblo tiene un nombre”, “no es un diálogo entre el poderoso y la masa”. Es
un diálogo “personal”:
“Y en un pueblo, cada uno tiene su lugar. El Señor jamás habla a
la gente así, a la masa, jamás. Habla siempre personalmente, con los nombres. Y
elige personalmente. El relato de la creación es una figura que hace ver esto:
es el mismo Señor que con sus manos artesanalmente hace al hombre y le da un
nombre: 'Tú te llamas Adán'. Y así comienza aquella relación entre Dios y la
persona. Y hay otra cosa, una relación entre Dios y nosotros pequeños: Dios, es
grande, y nosotros pequeños. Cuando debe elegir a las personas, también a su
pueblo, Dios siempre elige a los pequeños”.
Dios, prosiguió, elige a su pueblo porque es “el más pequeño”,
tiene “menos poder” que los otros pueblos. Precisamente hay un “diálogo entre
Dios y la pequeñez humana”. También la Virgen dirá: “El Señor ha mirado mi
humildad”. El Señor “ha elegido a los pequeños”. En la primera Lectura de hoy,
observó, “se ve claramente esta actitud del Señor”. El profeta Samuel está ante
el más grande de los hijos de Jesé y piensa que sea “su consagrado, porque era
un hombre alto, grande”. Pero el Señor, observó el Pontífice, le dice “No te
fijes en su aspecto ni en lo elevado de su estatura, porque yo lo he
descartado, porque aquello que ve el hombre no cuenta”. De hecho, recalcó el
Pontífice, “el hombre ve la apariencia, pero el Señor ve el corazón. El Señor
elige según sus criterios”. Y elige “a los débiles y a los dóciles, para confundir
a los poderosos de la tierra”. Al final, por lo tanto, “el Señor escoge a
David, el más pequeño”, que “no contaba para su padre”. “No estaba en casa”,
estaba “cuidando las ovejas”. El mismo David también “fue elegido”:
“Todos nosotros con el Bautismo hemos sido elegidos por el
Señor. Todos somos elegidos. Nos ha elegido uno a uno. Nos ha dado un nombre y
nos mira. Hay un diálogo, porque el Señor ama así. También David luego se
volvió rey y se equivocó. Quizás cometió tantas equivocaciones, pero la Biblia
nos cuenta dos errores fuertes, dos errores de aquellos grandes. ¿Qué hizo
David? Se humilló. Volvió a su pequeñez y dijo: ‘Soy un pecador’. Y pidió
perdón e hizo penitencia”.
Y después del segundo pecado, prosiguió, David dijo al Señor:
“Castígame, no al pueblo. El pueblo no tiene la culpa, yo soy el culpable”.
David, reflexionó el Obispo de Roma, “custodió su pequeñez, con el
arrepentimiento, con la oración, con el llanto”. “Pensando en estas cosas, en
este diálogo entre el Señor y nuestra pequeñez”, agregó, “me pregunto dónde
está la fidelidad cristiana”:
“La fidelidad cristiana, nuestra fidelidad, es simplemente
custodiar nuestra pequeñez, para que pueda dialogar con el Señor. Custodiar
nuestra pequeñez. Por esto la humildad, la docilidad, son muy importantes en la
vida del cristiano, porque es una custodia de la pequeñez, a la cual el Señor
gusta mirar. Y siempre existirá el diálogo entre nuestra pequeñez y la grandeza
del Señor. Que el Señor nos dé, por intercesión de San David - también por la
intercesión de la Virgen que cantaba alegre a Dios, porque había mirado su
humildad - el Señor nos de la gracia de custodiar ante Él nuestra pequeñez”.
(RC-RV)