martes, 29 de abril de 2014

primeras estampas de San Juan Pablo II y San Juan XXIII

Temas sacerdotales y Homilías del Papa.

Santa Sede Santa Sede presenta primeras estampas de San Juan Pablo II y San Juan XXIII Loading   15 de Abril de 2014 / 0 Comentarios   10  19  310 Google +0  0 Imprimir


Ciudad del Vaticano (Martes, 15-04-2014, Gaudium Press) Dos nuevas estampas de Santos fueron puestas a disposición del público en la Sala de Prensa de la Santa Sede el día 15 de abril llamando inmediatamente la atención: se trata de las primeras impresiones dedicadas a San Juan Pablo II y San Juan XXIII que mencionan de esta forma a los Pontífices y que ostentan una forma de aureola, reservada por la Iglesia al culto a los Santos Canonizados. La imagen del Pontífice polaco es diferente en la estampa a la empleada oficialmente en la beatificación y muestra una sonrisa mucho más festiva y sus manos extendidas hacia el observador, en un gesto de acogida.
estampas.jpg
Imágenes de las primeras estampas de San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Foto: Agencia Zenit. Según informó la agencia Zenit, los nuevos diseños ya se encuentran en impresión debido a la cercanía de la fecha de canonización de los dos Papas y contienen al reverso una oración para cada uno. Ambas estampitas llevan a modo de firma el texto "Card. Angelo Comastri, Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano". La oración a San Juan XXIII dice parcialmente según la Agencia Zenit: "Tu persona simple y tranquila perfumaba de Dios y encendía en el corazón el deseo de la bondad(...) Reza por nosotros para que no nos limitemos a llorar la oscuridad sino que encendamos la luz, llevando a todas partes Cristo y rezando siempre a María. Amén".
Por su parte el portal Infovaticana divulgó el texto completo de la oración a San Juan Pablo II, que reproducimos a continuación:
Captura de pantalla de 2014-04-15 10:47:26.png
Imagen y oración completa  a San Juan Pablo II (en italiano). Foto: Infovaticana. "Oh San Juan Pablo II. Desde la ventana del cielo danos tu bendición. Bendice la Iglesia que tú has amado, servido y guiado, empujándola con valentía por los caminos del mundo para llevar a Jesús a todos, y a todos a Jesús. Bendice a los jóvenes que han sido tu gran pasión. Enséñales a soñar, enséñales a mirar a lo alto para encontrar la luz, que ilumina los caminos de la vida.
"Bendice las familias, ¡bendice cada familia! Tú que has advertido del asalto de Satanás contra esta preciosa e indispensable chispa del cielo que Dios ha encendido en la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege la familia y cada vida que florece en la familia.
"Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú, que has combatido la guerra, invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.
"Oh San Juan Pablo, desde la ventana del cielo, donde te vemos próximo a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén".
Con información de Infovaticana y Agencia Zenit.


Contenido publicado en es.gaudiumpress.org, en el enlace http://es.gaudiumpress.org/content/57839-Santa-Sede-presenta-primeras-estampas-de-San-Juan-Pablo-II-y-San-Juan-XXIII#ixzz30EAg6TK8
Se autoriza su publicación desde que cite la fuente

  Bripmesras Loading   15 de Abril de 2014 / 0 Comentarios   10  19  310    
Ciudad del Vaticano (Martes, 15-04-2014, Gaudium Press) Dos nuevas estampas de Santos fueron puestas a disposición del público en la Sala de Prensa de la Santa Sede el día 15 de abril llamando inmediatamente la atención: se trata de las primeras impresiones dedicadas a San Juan Pablo II y San Juan XXIII que mencionan de esta forma a los Pontífices y que ostentan una forma de aureola, reservada por la Iglesia al culto a los Santos Canonizados. La imagen del Pontífice polaco es diferente en la estampa a la empleada oficialmente en la beatificación y muestra una sonrisa mucho más festiva y sus manos extendidas hacia el observador, en un gesto de acogida.
estampas.jpg


Imágenes de las primeras estampas de San Juan XXIII y San Juan Pablo II. Foto: Agencia Zenit. Según informó la agencia Zenit, los nuevos diseños ya se encuentran en impresión debido a la cercanía de la fecha de canonización de los dos Papas y contienen al reverso una oración para cada uno. Ambas estampitas llevan a modo de firma el texto "Card. Angelo Comastri, Vicario General de Su Santidad para la Ciudad del Vaticano". La oración a San Juan XXIII dice parcialmente según la Agencia Zenit: "Tu persona simple y tranquila perfumaba de Dios y encendía en el corazón el deseo de la bondad(...) Reza por nosotros para que no nos limitemos a llorar la oscuridad sino que encendamos la luz, llevando a todas partes Cristo y rezando siempre a María. Amén".
Por su parte el portal Infovaticana divulgó el texto completo de la oración a San Juan Pablo II, que reproducimos a continuación:
Captura de pantalla de 2014-04-15 10:47:26.png
Imagen y oración completa  a San Juan Pablo II (en italiano). Foto: Infovaticana. "Oh San Juan Pablo II. Desde la ventana del cielo danos tu bendición. Bendice la Iglesia que tú has amado, servido y guiado, empujándola con valentía por los caminos del mundo para llevar a Jesús a todos, y a todos a Jesús. Bendice a los jóvenes que han sido tu gran pasión. Enséñales a soñar, enséñales a mirar a lo alto para encontrar la luz, que ilumina los caminos de la vida.
"Bendice las familias, ¡bendice cada familia! Tú que has advertido del asalto de Satanás contra esta preciosa e indispensable chispa del cielo que Dios ha encendido en la tierra. San Juan Pablo, con tu oración protege la familia y cada vida que florece en la familia.
"Ruega por el mundo entero, todavía marcado por tensiones, guerras e injusticias. Tú, que has combatido la guerra, invocando el diálogo y sembrando el amor: ruega por nosotros, para que seamos incansables sembradores de paz.
"Oh San Juan Pablo, desde la ventana del cielo, donde te vemos próximo a María, haz descender sobre todos nosotros la bendición de Dios. Amén".
Con información de Infovaticana y Agencia Zenit.

Contenido publicado en es.gaudiumpress.org, en el enlace http://es.gaudiumpress.org/content/57839-Santa-Sede-presenta-primeras-estampas-de-San-Juan-Pablo-II-y-San-Juan-XXIII#ixzz30EAg6TK8
Se autoriza su publicación desde que cite la fuente


sábado, 26 de abril de 2014

Entrevista a Georg Gänswein: secretario actual de dos papas.

Temas sacerdotales y Homilías del Papa.


Georg Gänswein: "Mi primera reacción fue: '¡No, Santidad, no puede hacer eso!'"


 Peter Seewald - XL Semanal
Por primera vez en la historia, una misma persona atiende a dos papas. El hombre de confianza de Benedicto XVI es ahora también el secretario del papa Francisco. Charlamos con él, la persona que mejor conoce las entrañas del Vaticano.


El camino que ha recorrido este hombre ha sido largo. Hijo de un herrero, nació hace 58 años en un pueblecito alemán de 450 habitantes, en la Selva Negra. Hoy es arzobispo y prefecto de la Casa Pontificia en el Vaticano.
Georg Gänswein recibió pronto la llamada de la vocación. Tomó la decisión de hacerse sacerdote con solo 18 años y quienes lo conocen hablan con admiración de su mente afilada. En la actualidad, este arzobispo es al mismo tiempo secretario privado del Sumo Sacerdote Francisco y del Papa emérito, Benedicto XVI. Lleva la agenda de ambos y filtra de entre el alud de cartas, llamadas y peticiones de audiencia aquellas que serán contestadas y admitidas. El camino que conduce a cualquiera de los dos Papas siempre pasa por él.
XLSemanal. Su nuevo jefe no vive en el apartamento pontificio, lleva zapatos normales y conduce coches baratos. ¿Hay un revolucionario antisistema sentado en el trono de Pedro?
Georg Gänswein. No. Los que estamos en contacto constante con el Papa Francisco hemos aprendido a diferenciar entre la imagen externa y su personalidad real. Su impronta jesuita ya de por sí va en contra de lo de 'revolucionario' y del concepto 'anti'. En cuanto a los zapatos, no deja de ser una cuestión estética. Además, sería un esfuerzo vano tratar de convencerlo de que, tanto desde una perspectiva visual como de la tradición, probablemente lo más correcto sería amoldarse a la línea de su predecesor.
XL. Si hay algo que Francisco no ha permitido, es que nadie le diga lo que tiene que hacer.
G.G. La verdad es que yo nunca le he impuesto nada al Papa. ¡Ni sé cómo podría hacerlo! El paso del anterior pontificado al actual fue todo un desafío. Pero ahora me entiendo tan bien con el Sumo Pontífice como con el emérito.
XL. Sin embargo, da la sensación de que muchas de las cosas que eran habituales con Benedicto faltan ahora en Francisco: la precisión en la palabra, la riqueza de la tradición...
G.G. Ambas personalidades son totalmente diferentes. El Papa Francisco es un hombre de gestos y hace cosas que no se esperan de un pontífice. A Benedicto se le escuchaba, y así era como su palabra llegaba. Con Francisco, la gente primero quiere ver cómo se desenvuelve, cómo afronta su tarea. Es un hombre que entiende que hay que dirigirse a la persona en su conjunto, no solo al intelecto. Si el entusiasmo que el nuevo Papa ha despertado se mantiene, es algo que se verá con el tiempo.
XL. Usted tuvo elección. Pudo decidir si quería o no servir a los dos papas.
G.G. Yo no busqué este doble trabajo, vino a mí. Ahora asumo ambas realidades e intento armonizarlas.
XL. Durante el día es prefecto con el Papa en activo; por la noche, secretario privado del Papa emérito y vive con él en el monasterio Mater Ecclesiae, en los jardines del Vaticano.
G.G. En la misma casa viven también las monjas de Memores Domini, que ya lo asistían durante su pontificado. Es una convivencia familiar, igual que antes, pero sin la presión de la responsabilidad. Y eso se nota, por supuesto. Benedicto se ha vuelto aún más tranquilo, más bondadoso. Ya no se siente oprimido por la carga del pontificado. Naturalmente, el paso de los años también se nota. El Papa emérito es un anciano, pero mantiene una mente lúcida y el mismo sentido del humor de siempre.
XL. Han circulado todo tipo de versiones sobre los motivos de su renuncia. Algunos afirman que fue el escándalo del Vatileaks lo que lo llevó a ello. Antes que nada, ¿cómo recuerda usted aquel 11 de febrero de 2013?
G.G. Fue un día como los demás. Empezó con la misa, luego siguió el breviario y a continuación el desayuno. Nunca tuve la impresión de que el Papa estuviera nervioso. Cuando más tarde lo ayudé con los ropajes litúrgicos que llevaría para el consistorio la muceta, el roquete, la cruz pectoral y la estola, ya le noté cierta inquietud. Luego se dirigió a la sala donde estaban reunidos todos los cardenales.
XL. Por cierto, se dice que muchos cardenales, al principio, no se enteraron porque no entendían bien el latín.
G.G. No fue exactamente así. El consistorio se había convocado para anunciar varias canonizaciones. Las sillas de los 70 cardenales estaban dispuestas en forma de herradura delante del Papa. El desconcierto comenzó cuando empezó a hablar en latín: «Estimados señores cardenales, no les he convocado únicamente para hacerles partícipes de la canonización, sino que tengo otra cuestión importante que comunicarles». Todos estaban agitados. «¿Qué sucede?», se decían. Cuando Benedicto continuó leyendo la declaración, que él mismo había redactado, algunos se quedaron petrificados. Se miraban y se preguntaban: «¿Lo habré entendido bien?».
XL. Según creo, la decisión de retirarse ya la había tomado en agosto de 2012. Su médico personal afirmó que no podría resistir otro vuelo transatlántico. Y el Papa tenía en ciernes la celebración de la Jornada Mundial de la Juventud en Río. En una de las entrevistas que mantuve con él, el propio Santo Padre me dijo que aquello le había hecho ver que tenía que retirarse a tiempo «para que el nuevo Papa pueda tener una etapa de rodaje antes de ir a Río». ¿Intentó usted hacerle cambiar de opinión?
G.G. El Sumo Pontífice me contó su decisión en la forma en la que usted lo ha descrito. Mi primera reacción fue: «¡No, Santidad, no puede hacer eso!». Pero aquellas fueron palabras dichas desde el afecto. Enseguida, me di cuenta de que no me lo había contado para que lo ayudase a tomar la decisión, sino que me estaba comunicando una resolución que ya había adoptado en firme.
XL. Usted fue una de las cuatro personas que conocían el secreto.
G.G. Cuando el Papa me desveló lo que tenía pensado hacer, me obligó a mantenerlo bajo el compromiso de silencio. Se podrá imaginar que no me fue nada fácil, hubo situaciones en las que aquello casi me desgarraba por dentro.
XL. Benedicto XVI aseguró que su decisión no tuvo nada que ver con Vatileaks. El Papa explicó que su retirada se debía a la disminución de sus fuerzas. ¿Vio en el sufrimiento de Juan Pablo II un mensaje personal del anterior Papa, algo a lo que en cierto sentido él no estaba obligado?
G.G. Creo que lo ha interpretado usted de la forma correcta. El pontificado de Juan Pablo II duró 27 años. El de Benedicto XVI, apenas ocho, es decir, menos que el tiempo que se prolongó el padecimiento de Juan Pablo II. Llegó a la conclusión de que continuar en el cargo hasta terminar como lo hizo su predecesor, o imitarlo de alguna manera, no era lo que le correspondía a él.
XL. ¿Cómo fue el 28 de febrero de hace un año, cuando salió del Vaticano en helicóptero con dirección a Castel Gandolfo?
G.G. El día se fue haciendo más triste de hora en hora. Sobre todo, cuando dejamos el apartamento pontificio. Primero bajamos en ascensor al patio de San Dámaso, donde se habían reunido espontáneamente muchos de los empleados, algo que nosotros no sabíamos. Luego seguimos en coche hasta el helipuerto. Reinaba un silencio elocuente mientras sobrevolábamos la ciudad. Se me hizo muy penoso. Sentí un dolor intenso. Y la expresión natural del dolor son las lágrimas.
XL. El primer acto del sucesor de Benedicto fue llamar por teléfono a su predecesor, aunque no consiguió hablar con él.
G.G. Ocurrió de la siguiente forma: el sustituto y el secretario de la Segunda Sección de la Secretaría de Estado, así como el prefecto de la Casa Papal, en este caso yo, tienen el derecho y la obligación de prestarle al Pontífice juramento de obediencia inmediatamente después de su elección. Así que aguardé mi turno y me dirigí hacia Francisco, que me saludó y me dijo: «Me gustaría llamar al Papa Benedicto. ¿Cómo puedo hacerlo?». «Muy fácil le contesté, tengo el número. ¿Cuándo?». «Enseguida». Y así lo hicimos, pero nadie contestó en Castel Gandolfo. «¡No puede ser!», me dije. Llamé a uno de nuestros guardias destacado allí y le pedí que, por favor, se acercara a ver qué pasaba. Pero tampoco respondió nadie cuando llamó a la puerta. Al segundo intento sí lo conseguimos. El motivo fue que el Papa Benedicto, su segundo secretario y las memores estaban viendo la televisión y no oyeron nada.
XL. Benedicto pensaba que su sucesor sería otro. «Cuando escuché el nombre me contó, al principio no estuve muy convencido. Pero cuando vi cómo hablaba con Dios y cómo con los hombres, me sentí feliz». ¿Cómo lo vivió usted?
G.G. Cuando escuché, y luego vi con mis propios ojos, sobre quién había recaído la elección, mi primer pensamiento fue: «¡Qué sorpresa!». Y lo fue en muchos sentidos. Un hombre que no era de Europa, no estaba entre los favoritos... A todo esto se sumaba que pertenecía a una orden religiosa: ¡un jesuita!, ¡y, además, el primero! ¡Era para estar sorprendido!
XL. ¿El Papa Francisco trae una forma distinta de religiosidad?
G.G. Francisco trae consigo una musicalidad religiosa que nosotros, en Europa, tenemos que recuperar, que volver a aprender. Y eso es algo que solo puede hacernos bien. La alegría religiosa que allí se percibe es un gran regalo para nosotros en Europa.
XL. ¿Habla usted con el 'viejo Papa' sobre su sucesor?
G.G. Cuando vives con alguien, conversas de todo; eso está claro. Yo expreso mi opinión abiertamente y sin reparos, y Benedicto contesta con la misma franqueza.
XL. Parece que el Papa nuevo y el viejo se entienden bien. Benedicto me aseguró en una entrevista que no tenía ningún problema con el estilo de Francisco: «Al contrario, me parece bien», me dijo. Esto sorprenderá a bastantes personas.
G.G. A mí también.
XL. En muchos aspectos, el Papa Francisco no dice nada diferente de lo que dijo Benedicto. Sin embargo, se los presenta como si tuviesen personalidades opuestas.
G.G. En mi opinión, eso es algo simplista. No hay que pasar por alto que el Papa Benedicto tuvo que afrontar graves problemas y que no lo hizo pensando en cómo se recibiría fuera, sino pensando en la verdad, en hacer lo correcto. Estoy convencido de que, en caso del Sumo Pontífice Francisco, tampoco será de otra manera, lo único es que todavía no ha tenido ocasión de dar prueba de ello. En cualquier caso, no los veo como opuestos, sino como complementarios.
XL. ¿No le parece que muchas veces lo que se hace es simplemente hablar bien de Francisco, como si se quisiera edulcorar su imagen, una especie de hagamos un papa como el que nos gustaría tener?
G.G. El rasgo principal que, a día de hoy, caracteriza la percepción pública de la figura del Papa Francisco es la admiración, incluso diría que el entusiasmo. Pero ¿todo lo que él dice se percibe también así? Mi impresión es más bien que a sus palabras se les atribuyen todo tipo de interpretaciones. Todos creen que pueden reclamarlo para sí. Evidentemente, llegará el día en el que se acabará separando el grano de la paja.
XL. Benedicto XVI nombró a un protestante presidente del Consejo Científico papal. Bajo su pontificado, un profesor musulmán enseñó el Corán en la Universidad Gregoriana. También comió lasaña con los sintecho y visitó a jóvenes en prisión. Expulsó a cerca de 400 sacerdotes por estar relacionados con abusos sexuales. Pero todo esto apenas ha llegado a la opinión pública. ¿Se negó Benedicto a hacerlo porque se opone a toda forma de efectismo o es que simplemente se le ha 'vendido' mal?
G.G. Benedicto es un hombre contrario al culto a la persona. Nunca le ha dado ningún valor a saber venderse. El hecho de que el trabajo de prensa no siempre fuera el óptimo es algo de lo que extraer enseñanzas para hacerlo mejor en el futuro. La opinión pública percibe lo que le transmiten los medios de comunicación. Que eso se ajuste a la realidad apenas juega papel alguno.
XL. ¿El camauro, ese gorro rojo con el ribete de armiño blanco, fue un error?
G.G. No fue idea mía, y tampoco me entusiasmó. Simplemente se buscó un gorro para que el Papa pudiera llevarlo en invierno. Y aquel día se lo puso porque durante la audiencia general hacía mucho frío y el viento soplaba con fuerza en la plaza de San Pedro. Pero eso bastó para reproducir la imagen una y otra vez y para decir: «Mirad, es un papa que quiere llevarnos al pasado, a la Edad Media». Un absurdo.
XL. Hablemos de la última polémica: el cuestionario que el Vaticano ha elaborado sobre la aceptación de la doctrina moral católica...
G.G. La idea de la encuesta surgió con la vista puesta en el sínodo que tendrá lugar en Roma en octubre. La Secretaría del sínodo ha enviado un cuestionario a los obispados de todo el mundo como preparación para este importante encuentro con la intención de sondear cómo está el panorama en lo que son 'las verdaderas bases'.
XL. ¿Es que no se sabe?
G.G. Yo creo que sí, pero no hay nada malo en tomar una fotografía de la situación actual como preparación para el Sínodo de la Familia. De esa forma se consigue un punto de partida sólido, realista, sobre el que empezar a trabajar en octubre. Una encuesta no es ni mucho menos un instrumento para imponer determinadas concepciones.
XL. ¿Se encontrará Francisco con un problema?
G.G. Si su pregunta se refiere concretamente al sínodo, entonces sí, es posible. El Papa Francisco se está viendo expuesto a una presión enorme debido a las expectativas que ha despertado. Desgraciadamente, a esto han contribuido algunas indiscreciones. Si no se satisfacen esas expectativas, la situación podría cambiar rápidamente.
XL. Volviendo a Benedicto XVI: ningún otro pontífice moderno ha cambiado el papado tanto como él. Lo inauguró recuperando la tiara del escudo papal y lo cerró con su renuncia, la primera dimisión en la historia de un papa que estuviera en auténtico ejercicio de su dignidad. En el momento final, el filósofo de Dios se ha dirigido allí donde el intelecto solo no basta: se ha vuelto a la oración, a la meditación. ¿Esto también constituye un mensaje?
G.G. Sí, un mensaje muy fuerte y muy claro. La Iglesia no solo se gobierna mediante decisiones, también mediante la oración. En la última etapa de su vida como «peregrino terrenal» así es como el propio Benedicto se definió en su discurso de despedida en Castel Gandolfo quiere acompañar y apoyar a la Iglesia y a su sucesor desde la oración.
Francisco
"Su actitud no es una estrategia. Es así: directo y sencillo"
Es un hombre muy directo, muy sencillo y muy auténtico tanto ante las multitudes como en las audiencias privadas. No es una forma de ganar puntos, no es una estrategia. El Papa es tal y como se muestra. Francisco no está cambiando la esencia del papado. Sí ciertos aspectos concretos relacionados con el día a día. Hay que darle al Papa margen de maniobra, la libertad de hacer las cosas de una forma diferente a sus predecesores. Además, a mí no me supone ningún problema que el Papa Francisco lleve él mismo su maletín o que haga esto o aquello de una forma distinta».
Benedicto XVI
"La verdadera revolución fue su renuncia"
El Papa emérito es un hombre tímido. Se ha hablado mucho de revolución en el Vaticano tras el último cónclave, es decir, con el comienzo del nuevo pontificado. Pero lo verdaderamente revolucionario fue la decisión de Benedicto de renunciar como sucesor de Pedro. Eso fue lo decisivo. Y solo ahora estamos viendo la enorme relevancia que tuvo. Ha habido 267 papas y ninguno de ellos ha sido exactamente igual que su antecesor. Hay que valorar a los distintos papas como sucesores de Pedro, y no medirlos por comparación con otros sumos pontífices».
Mi vida antes del vaticano
Mi padre administraba una herrería que pertenecía a la familia desde generaciones. Mi madre era ama de casa. Quizá entre los 15 y los 18 años fuera un joven rebelde. Escuchaba a Cat Stevens, Pink Floyd y otros artistas famosos de aquella época. Llevaba una melena bastante larga. A mi padre no le gustaba, así que de vez en cuando discutíamos. Para pagarme mis estudios trabajé como cartero. Nunca tuve una relación estable. Sí pequeñas y románticas amistades juveniles. Al principio quería ser corredor de Bolsa. Pensaba que podía hacer dinero muy rápido. Luego pensé: '¿Y después?'. Así empecé a buscar... Así llegué a la Filosofía y a la Teología y fui avanzandohacia el sacerdocio paso a paso».
Los dos Papas hablan por teléfono y se escriben
Puedo contar una historia muy bonita, comenta el arzobispo el canal alemán ZDF. Francisco concedió una entrevista a una revista jesuita y, cuando recibió el primer ejemplar de la publicación, me la entregó y me dijo que se la llevara a Benedicto XVI, que le pidiese que anotara todas las críticas que se le ocurrieran y que luego me la devolviera. Tres días después, Benedicto me dijo que tenía cuatro páginas y me pidió que se la llevara, por favor, a Francisco; sí, el Papa emérito había hecho sus deberes... Había leído la entrevista y le transmitía a su sucesor algunas reflexiones. Naturalmente, no voy a decir cuáles. La comunicación entre ellos se da de muchas formas; por escrito, pero también por teléfono. Hace poco, para el cumpleaños del Papa Francisco, que es el 17 de diciembre, quería invitar a comer a Benedicto XVI en Santa Marta, pero estaba llena de gente y pareció mejor dejarlo para después de Navidad, que sería más discreto. Para muchos, ver dos papas comiendo juntos sería demasiado...».
"Ser Papa después de Juan Pablo II"
Se ha especulado mucho sobre si Juan Pablo II quería que el cardenal Ratzinger fuese su sucesor apunta el arzobispo. Yo no lo sé. Juan Pablo II es una de las personas más apreciadas, si no la que más, por Benedicto XVI». Para algunos, Benedicto tuvo mala suerte al ser elegido Papa tras una figura del calibre de Juan Pablo II. Sobre eso, Gänswein afirma: «El Espíritu Santo manda al Papa en el momento justo, y esto vale para Juan Pablo, para Benedicto y para Francisco. Después del larguísimo pontificado de Juan Pablo II, vivido en plena fuerza durante los primeros veinte años, y tras los años de sufrimiento (público, visible y perceptible), se convirtió en Papa una persona que vivió durante 23 años al lado de Juan Pablo como ningún otro cardenal. No creo que Benedicto haya sido desafortunado. Habría sido difícil para quien hubiera sido elegido»


martes, 22 de abril de 2014

Primera Entrevista al Papa Emérito Benedicto XVI

Temas sacerdotales y Homilías del Papa.


El Papa emérito, entrevistado por un periodista polaco
http://www.religionenlibertad.com/imagenes/sp.gif
http://www.religionenlibertad.com/imagenes/sp.gif
[actualizado el 20 de abril de 2014]
http://www.religionenlibertad.com/imagenes/sp.gif
El periodista polaco Wlodzimierz Redzioch ha sido el primero en entrevistar con detalle a Benedicto XVI desde que es papa emérito. El motivo fue conocer mejor a la figura de Juan Pablo II para elaborar un libro titulado "Junto a Juan Pablo II. Hablan los amigos y colaboradores", que recoge 21 entrevistas a personas cercanas al Pontífice polaco, la primera de ellas la de Joseph Ratzinger. Esta Semana Santa el diario La Razón ha publicado lo que el Papa emérito explicaba sobre su predecesor en esa entrevista. 
 
-Santidad, los nombres de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger están vinculados, por varios motivos, con el Concilio Vaticano II. ¿Se conocieron durante el Concilio?
-El primer encuentro consciente entre el cardenal Wojtyla y yo tuvo lugar solamente en el Cónclave en el que fue elegido el Papa Juan Pablo I. Durante el Concilio, habíamos colaborado los dos en la Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, pero en secciones diversas, de modo que no nos encontramos. 
     »En septiembre de 1978, con ocasión de la visita de los obispos polacos a Alemania, yo estaba en Ecuador como representante personal de Juan Pablo I. La Iglesia de Munich y Frisinga está vinculada con la Iglesia ecuatoriana por una fraternidad llevada a cabo por el arzobispo Echevarría Ruiz (Guayaquil) y el cardenal Döpfner. Y así, con enorme disgusto, perdí la ocasión de conocer personalmente al arzobispo de Cracovia. Naturalmente había oído hablar de su obra de filósofo y de pastor, y desde hace tiempo deseaba conocerle.


     »Wojtyla por su parte había leído mi Introducción al cristianismoque había también citado en los Ejercicios Espirituales predicados por él a Pablo VI y a la Curia en la Cuaresma de 1976. Por ello es como si interiormente los dos hubiéramos estado esperando encontrarnos. Experimenté desde el principio una gran veneración y una cordial simpatía por el metropolitano de Cracovia. En el pre-cónclave de 1978 él analizó para nosotros en modo sorprendente la naturaleza del marxismo. Pero sobre todo percibí enseguida con fuerza la fascinación humana que él despertaba y, de cómo rezaba, advertí cuán unido a Dios estaba

 

-¿Qué experimentó cuando el santo Padre Juan Pablo II le ha llamó para confiarle la guía de la Congregación para la Doctrina de la fe?
-Juan Pablo II me llamó en 1979 para nombrarme prefecto de la Congregación para la Educación Católica.
     »Habían transcurrido apenas dos años desde mi consagración episcopal en Munich y me parecía imposible dejar tan rápido la sede de san Corbiniano. La consagración episcopal representaba de alguna manera una promesa de fidelidad hacia mi diócesis de pertenencia. Pedí por ello al Papa que no hiciera ese nombramiento; y él llamó para ese encargo al cardenal Baum de Washington, preanunciándome, con todo, desde aquel momento, que enseguida me llamaría para otro encargo. Fue en el curso del año 1980 cuando me dijo que me quería nombrar, a finales de 1981, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, como sucesor del cardenal Šeper.
     »Dado que continuaba sintiéndome obligado ante mi diócesis de pertenencia, para la aceptación del encargo me permití poner una condición, que por lo demás consideraba irrealizable. Dije que sentía el deber de continuar publicando trabajos teológicos. Podría responder afirmativamente sólo si esto fuera compatible con la tarea de prefecto. El Papa, que conmigo era siempre muy benévolo y comprensivo, me dijo que se informaría sobre esa cuestión para hacerse una idea. Cuando más tarde le hice una visita, me explicó que las publicaciones teológicas son compatibles con el oficio de prefecto; también el cardenal Garrone, dijo, había publicado trabajos teológicos cuando era prefecto de la Congregación para la Educación Católica.
     »Así que acepté el encargo, bien consciente de la gravedad de la tarea, pero sabiendo también que la obediencia al Papa exigía ahora de mí un «sí».

 

-¿Podría decirnos cómo se desarrollaba la colaboración entre ustedes?
- La colaboración con el santo Padre estuvo siempre caracterizada por la amistad y el afecto. Ésta se desarrolló sobre todo en dos planos: el oficial y el privado.
     »El Papa cada viernes, a las seis de la tarde, recibía en audiencia al prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que sometía a su decisión los problemas aparecidos. Tenían naturalmente prioridad los problemas doctrinales, a los que se añadían cuestiones de tipo disciplinar (la reducción al estado laical de sacerdotes que hacen una petición, la concesión del privilegio paulino para aquellos matrimonios en los que uno de los dos cónyuges no es cristiano, y otras cuestiones). Enseguida se añadió también el trabajo en vía de elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica.
      »Algunas veces, el santo Padre recibía con tiempo la documentación esencial y por tanto conocía anticipadamente las cuestiones de las que iba a tratar. De este modo, sobre problemas teológicos hemos podido siempre conversar fructuosamente. El Papa era muy versado en literatura alemana contemporánea y era siempre hermoso (para los dos) buscar juntos la decisión justa sobre todas estas cosas.
      »Junto a las verdaderas y específicas citas oficiales, había diversos tipos de encuentros semioficiales o no oficiales.
      »Llamaría semioficiales a las audiencias en las que, por diversos años, cada martes por la mañana, se trataban las catequesis del miércoles con grupos compuestos cada vez en modo diverso. Por medio de las catequesis, el Papa había decidido ofrecer con el tiempo un catecismo. Él indicaba los temas y hacía preparar breves consideraciones preliminares para desarrollar luego. Dado que estaban siempre presentes representantes de diversas disciplinas, esas conversaciones eran siempre muy hermosas e instructivas; las recuerdo con gusto. También aquí emergía la competencia teológica del Papa. Pero al mismo tiempo, yo admiraba su disponibilidad a aprender.
      »En fin, era costumbre del Papa, invitar a comer a los obispos en visita ad limina, como también a grupos de obispos y sacerdotes de diversa composición, según la circunstancia. Eran casi siempre «comidas de trabajo» en las cuales a menudo se proponía un tema teológico.
      »En los primeros tiempos hubo toda una serie de comidas en las que se discutía paso a paso el nuevo Código. Era una versión semi-definitiva sobre la que trabajábamos durante esas comidas, elaborando de este modo la redacción final. Más tarde, se discutieron los temas más variados.
      »El gran número de presentes hacía siempre variada la conversación y de amplios vuelos. Y, sin embargo, había siempre un puesto para el buen humor. El Papa reía con gusto y así aquellas comidas de trabajo, a pesar de la seriedad que se imponía, eran de hecho también ocasiones para estar en gozosa compañía.
 
-¿Cuáles han sido los desafíos doctrinales que han afrontado juntos durante su mandato al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe?
-El primer gran desafío que afrontamos fue la Teología de la Liberación que se estaba difundiendo en América Latina. Tanto en Europa como en América del Norte era opinión común que se trataba de un apoyo a los pobres y por tanto de una causa que se debía aprobar sin más. Pero era un error. 
      »La pobreza y los pobres eran sin duda tematizados por la Teología de la liberación pero con una perspectiva muy específica. Las formas de ayuda inmediata a los pobres y las reformas que mejoraban la condición venían condenadas como reformismo que tiene el efecto de consolidar el sistema: provocaban, se decía, rabia e indignación que, con todo, eran necesarias para la transformación revolucionaria del sistema. 
     »No era cuestión de ayudas y de reformas, se decía, sino de la gran revuelta, de la que debía salir un mundo nuevo. La fe cristiana era usada como motor para este movimiento revolucionario, transformándola así en una fuerza de tipo político. Las tradiciones religiosas de la fe eran puestas al servicio de la acción política. 
     »De este modo, la fe era profundamente alienada de sí misma y se debilitaba así también el verdadero amor por los pobres. Naturalmente, estas ideas se presentaban con diversas variantes y no siempre se asomaban con absoluta nitidez, pero, en el conjunto, esta era la dirección. 
     »A una tal falsificación de la fe cristiana era necesario oponerse también precisamente por amor de los pobres y en favor del servicio a ellos. Sobre la base de las experiencias hechas en su patria polaca, Juan Pablo II nos facilitó las reflexiones fundamentales. Por una parte,él había vivido la esclavitud operada por esa ideología marxista que hacía de madrina de la Teología de la Liberación. 
      »Sobre la base de su dolorosa experiencia, le resultaba claro que era necesario contrastar ese tipo de «liberación». Por otra parte, precisamente la situación de su patria le había mostrado que la Iglesia debe verdaderamente actuar para la libertad y la liberación no en modo político, sino despertando en los hombres, a través de la fe, las fuerzas de la auténtica liberación. 


     »El Papa nos guió para tratar los dos aspectos: por un lado, desenmascarar una falsa idea de liberación, por otro, exponer la auténtica vocación de la Iglesia a la liberación del hombre. Esto es lo que hemos tratado de decir en las dos Instrucciones sobre la Teología de la liberación que están al principio de mi trabajo en la Congregación para la Doctrina de la Fe.
     »Uno de los principales problemas de nuestro trabajo, en los años en los que fui Prefecto, era el esfuerzo por llegar a una correcta comprensión del ecumenismo.
     »También en este caso se trata de una cuestión que tiene un doble perfil: por un lado, se debe afirmar con toda urgencia la tarea de actuar a favor de la unidad y se deben abrir caminos que conduzcan a ella; por otro, es necesario rechazar falsas concepciones de la unidad, que querrían alcanzar la unidad de la fe a través del atajo de la disolución de la fe.
     »Han nacido en este contexto los documentos sobre varios aspectos del ecumenismo. Entre ellos, el que suscitó las mayores reacciones fue la declaración Dominus Jesus del 2000, que resumió los elementos irrenunciables de la fe católica. 
     »Por último, nos hemos ocupado también de la cuestión relativa a la naturaleza y a la tarea de la teología en nuestro tiempo. Cientificidad y vinculación con la Iglesia les parecen hoy a muchos elementos en contradicción. Y, sin embargo, la teología puede subsistir únicamente en la Iglesia y con la Iglesia. Sobre esta cuestión hemos publicado una Instrucción. 
     »El diálogo entre las religiones es y sigue siendo un tema central; sobre él, sin embargo, hemos podido publicar sólo algunos textos más bien breves. Hemos tratado de acercarnos a la cuestión con prudencia, sobre todo a través del diálogo con los teólogos y las conferencias episcopales. Importante fue sobre todo el encuentro con las comisiones doctrinales de las Conferencias Episcopales de los países asiáticos en Hong Kong.
 
-Entre las muchas encíclicas de Juan Pablo II, ¿cuál considera la más importante?
-Pienso que son tres las encíclicas de particular importancia. En primer lugar, querría mencionar la «Redemptor hominis», la primera encíclica del Papa, en la que él ofreció su síntesis personal de la fe cristiana.
     »Este texto es una especie de compendio de su personal confrontación y encuentro con la fe y presenta así una visión completa de la lógica del cristianismo.
     »Como respuesta a la pregunta sobre cómo se puede ser cristiano hoy y creer como católico, este texto totalmente personal y a la vez totalmente eclesial puede ser de gran ayuda a todos aquellos que están buscando.
     »En segundo lugar, querría mencionar la encíclica «Redemptoris missio». Se trata de un texto que pone de manifiesto la importancia permanente de la tarea misionera de la Iglesia, deteniéndose particularmente en las cuestiones que se plantean a la cristiandad en Asia y que ocupan a la teología en el mundo occidental.
     »Se examina la relación entre el diálogo de las religiones y la tarea misionera y se muestra por qué, también hoy, es importante anunciar la Buena Nueva de Cristo, el Redentor de todos los hombres, a los hombres de todo lugar de la tierra y de toda cultura.
     »En tercer lugar, querría citar la encíclica sobre los problemas morales, «Veritatis splendor». Ha precisado de largos años de maduración y sigue siendo de permanente actualidad. La Constitución del Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo, frente a la orientación de la época, prevalentemente iusnaturalista de la teología moral, quería que la doctrina moral católica sobre la figura de Jesús y su mensaje tuviera un fundamento bíblico. Esto se intentó a través de las referencias bíblicas sólo durante un breve periodo, luego se fue afirmando la opinión de que la Biblia no tenía una moral propia que anunciar, sino que se remitía a los modelos morales válidos según la ocasión. La moral es cuestión de la razón, se decía, no de la fe.
     »Desapareció así, por una parte, la moral entendida en sentido iusnaturalista, pero en su lugar no se afirmó ninguna concepción cristiana. Y dado que no se podía reconocer ni un fundamento metafísico ni uno cristológico de la moral, se recurrió a soluciones pragmáticas: una moral fundada sobre el principio del equilibrio de bienes, en la cual no existe ya lo que está verdaderamente mal o lo que está verdaderamente bien, sino sólo aquello que, desde el punto de vista de la eficacia, es mejor o peor.
     »La gran tarea que el Papa tuvo en esta encíclica fue la de recuperar nuevamente un fundamento metafísico en la antropología, como también una concreción cristiana en la nueva imagen del hombre de la Sagrada Escritura.
     »Estudiar y asimilar esta encíclica sigue siendo un gran e importante deber.
     »De gran significado es también la encíclica «Fides et ratio», en la que el Papa se esfuerza por ofrecer una nueva visión de la relación entre fe cristiana y razón filosófica. Por último es absolutamente necesario mencionar la «Evangelium Vitae», que desarrolla uno de los temas fundamentales de todo el pontificado de Juan Pablo II: la dignidad intangible de la vida humana, desde el momento mismo de la concepción.

-¿Cuáles eran las características sobresalientes de la espiritualidad de Juan Pablo II?
-La espiritualidad del Papa estaba caracterizada sobre todo por la intensidad de su oración y por tanto estaba profundamente arraigada en la celebración de la Santa Eucaristía y era practicada junto con toda la Iglesia mediante el rezo del Breviario. 
     »En su libro autobiográfico «Don y misterio» es posible ver cómo el sacramento del sacerdocio determinó su vida y su pensamiento. Así, su devoción no podía nunca ser puramente individual, sino que estaba siempre también llena de solicitud por la Iglesia y por los hombres. La tarea de llevar a Cristo a los demás estaba arraigada en el centro de su piedad. 
     »Todos nosotros hemos conocido su gran amor por la Madre de Dios. Donarse del todo a María significó ser, con ella, totalmente para el Señor. Así como María no vivió para sí misma sino para Él, del mismo modo, él aprendió de ella y del estar con ella una completa y rápida dedicación a Cristo.

 

-Ha abierto el iter para la beatificación antes de los tiempos establecidos por el Derecho Canónico. ¿Desde cuándo y cómo se ha convencido de la santidad de Juan Pablo II?
-Que Juan Pablo II fuera un santo, en los años de la colaboración con él me ha sido continuamente cada vez más claro. Hay que tener en cuenta ante todo naturalmente su intensa relación con Dios, ese estar inmerso en la comunión con el Señor del que acabo de hablar. De aquí venía su alegría en medio de las grandes fatigas que tenía que soportar, y la valentía con la que asumió su tarea en un tiempo realmente difícil. 
    »Juan Pablo II no pedía aplausos, ni ha mirado nunca alrededor preocupado por cómo eran acogidas sus decisiones. Él ha actuado a partir de su fe y de sus convicciones y estaba también dispuesto a sufrir golpes. La valentía de la verdad es, a mi modo de ver, un criterio de primer orden de la santidad. Sólo a partir de su relación con Dios es posible entender también su indefectible empeño pastoral.
      »Su empeño fue infatigable, y no sólo en los grandes viajes, cuyos programas estaban llenos de citas, desde el comienzo hasta el fin, sino también día a día, desde la misa de la mañana hasta las altas horas de la noche.
     »Durante la primera visita a Alemania (1980), tuve por primera vez una experiencia muy concreta de este empeño enorme. Para su estancia en Múnich, decidí que debía tener un descanso más largo a mediodía. Durante la pausa me llamó a su habitación. Lo encontré mientras rezaba el Breviario y le dije: «Santo Padre, usted debería descansar»; y él: «Podré hacerlo en el cielo».
      »Sólo quien está profundamente lleno de la urgencia de su misión puede actuar así. Pero debo honrar también su extraordinaria bondad y comprensión. A menudo habría tenido motivos suficientes para criticarme o poner fin a mi tarea de Prefecto. Y sin embargo me sostuvo con una fidelidad y una bondad absolutamente incomprensible.
     »Querría poner un ejemplo. Frente al torbellino que se había desatado por la declaración Dominus Jesus, me dijo que en el Angelus quería defender inequívocamente el documento. Me invitó a escribir un texto para el Angelus que fuera estanco y no permitiera ninguna interpretación diversa. Tenía que emerger de forma inequívoca que él aprobaba el documento. 
     »Preparé por tanto un breve discurso; no pretendía, sin embargo, ser demasiado brusco y por ello traté de expresarme con claridad pero sin dureza. Después de leerlo, me dijo : «¿Es de verdad suficientemente claro?». Yo respondí que sí. Quien conoce a los teólogos no se sorprenderá por el hecho de que hubo quien sostuvo que el Papa había prudentemente tomado distancia de la «Dominus Jesus».

 

-¿Qué experimenta hoy que la Iglesia reconoce la santidad de «su» Papa, Juan Pablo II, del que ha sido un estrecho colaborador?
-Mi recuerdo de Juan Pablo II está lleno de gratitud. No podía y no debía intentar imitarle, pero he tratado de seguir llevando adelante su herencia y su tarea lo mejor que he podido.
http://www.religionenlibertad.com/imagenes/sp.gif

jueves, 17 de abril de 2014

El diablo existe Homilía en Santa Marta, 2014-04-11

Temas sacerdotales y Homilías del Papa.


El diablo también está en el Siglo XXI,
 aprendamos del Evangelio cómo combatirlo

2014-04-11 Radio Vaticana

Aprendamos del Evangelio a luchar contra las tentaciones del demonio. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que todos somos tentados, porque el diablo no quiere nuestra santidad. Y reafirmó que la vida cristiana es, precisamente, una lucha contra el mal.

“La vida de Jesús ha sido una lucha. Vino para vencer el mal, para vencer al príncipe de este mundo, para vencer al demonio”. Con estas palabras el Papa comenzó su homilía dedicada enteramente a la lucha contra el demonio. Una lucha – dijo – que debe afrontar todo cristiano. Y subrayó que el demonio “tentó a Jesús tantas veces, y Jesús sintió en su vida las tentaciones”, así como “también las persecuciones”. A la vez que advirtió que nosotros, los cristianos, “que queremos seguir Jesús”, “debemos conocer bien esta verdad”:

“También nosotros somos tentados, también nosotros somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal no quiere nuestra santidad, no quiere el testimonio cristiano, no quiere que seamos discípulos de Jesús. ¿Y cómo hace el espíritu del mal para alejarnos del camino de Jesús con su tentación? La tentación del demonio tiene tres características y nosotros debemos conocerlas para no caer en las trampas. ¿Cómo hace el demonio para alejarnos del camino de Jesús? La tentación comienza levemente, pero crece: siempre crece. Segundo, crece y contagia a otro, se transmite a otro, trata de ser comunitaria. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica. Crece, contagia y se justifica”.

La primera tentación de Jesús – observó Francisco – “casi siembra una seducción”: el diablo dice a Jesús que se tire del Templo y así, sostiene el tentador, “todos dirán: ‘¡He aquí el Mesías!’”. Es lo mismo que hizo con Adán y Eva: “Es la seducción”. El diablo – dijo el Papa – “habla como si fuera un maestro espiritual”. Y cuando la tentación “es rechazada”, entonces “crece: crece y vuelve más fuerte”. Jesús – recordó el Santo Padre – “lo dice en el Evangelio de Lucas: cuando el demonio es rechazado, gira y busca a algunos compañeros y con esta banda, vuelve”. Por lo tanto, “crece también implicando a otros”. Así sucedió con Jesús, “el demonio implica” a sus enemigos. Y lo que “parecía un hilo de agua, un pequeño hilo de agua, tranquilo – explicó Francisco – se convierte en una marea”.

La tentación “crece, y contagia. Y al final, se justifica”. El Papa también recordó que cuando Jesús predica en la Sinagoga, inmediatamente sus enemigos lo disminuyen, diciendo: “Pero, ¡éste es el hijo de José, el carpintero, el hijo de María! ¡Nunca fue a la universidad! Pero, ¿con qué autoridad habla? ¡No estudió!”. La tentación – dijo Francisco – “implicó a todos contra Jesús”. Y el punto más alto, “más fuerte de la justificación – añadió el Pontífice – es el del sacerdote”, cuando dice: “¿No saben que es mejor que un hombre muera” para salvar “al pueblo?”:

“Tenemos una tentación que crece: crece y contagia a los demás. Pensemos en una habladuría, por ejemplo: yo siento un poco de envidia por aquella persona, por aquella otra, y antes tengo la envidia dentro, solo, y es necesario compartirla y a va a lo de otra persona y dice: ‘¿Pero tú has visto a esa persona?’… y trata de crecer y contagia a otro, a otro… Pero éste es el mecanismo de las habladurías ¡y todos nosotros hemos sido tentados de caer en las habladurías! Quizá alguno de ustedes no, si es santo, ¡pero también yo estoy tentado por las habladurías! Esta es una tentación cotidiana. Comienza así, suavemente, como el hilo de agua. Crece por contagio y, al final, se justifica”.

Estemos atentos – dijo también el Papa – “cuando en nuestro corazón sentimos algo que terminará por destruir” a las personas. “Estemos atentos – recalcó – porque si no detenemos a tiempo ese hilo de agua, cuando crecerá y contagiará será una marea tal que sólo nos conducirá a justificarnos mal, como se justificaron estas personas”. Y afirmó que “es mejor que muera un hombre por el pueblo”:

“Todos somos tentados, porque la ley de la vida espiritual, de nuestra vida cristiana, es una lucha: una lucha. Porque el príncipe de este mundo – el diablo – no quiere nuestra santidad, no quiere que nosotros sigamos a Cristo. Alguno de ustedes, tal vez, no sé, podría decir: 

‘Pero, Padre, ¡qué antiguo es usted: hablar del diablo en el Siglo XXI!’. Pero ¡miren que el diablo existe! El diablo existe. ¡También en el Siglo XXI! Y no debemos ser ingenuos, ¡eh! Debemos aprender del Evangelio cómo se hace para luchar contra él”.

(María Fernanda Bernasconi – RV).