sábado, 23 de abril de 2016

Texto del mensaje del Papa: Jubileo en Roma de la juventud. 23/04/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

El Papa recuerda a los jóvenes que el rencor
 y la venganza "no sirven para nada"


Fotografía de archivo.
 Video mensaje del Papa - OSS_ROM

23/04/2016 20:27SHARE:

(RV).- El Jubileo de los chicos y chicas ha traído a la ciudad de Roma un aire de frescura y alegría. Una de las muchas actividades que estaban organizadas para el evento jubilar fue la de reunirse en el Estadio Olímpico de la capital italiana para vivir una gran celebración con música y otros espectáculos, donde se compartieron experiencias de vida de diferentes jóvenes, “un momento de fiesta y de alegría”, como lo definió el Papa Francisco en el video mensaje que fue reproducido en las grandes pantallas durante el encuentro.

El Obispo de Roma, les habló a los muchachos de las obras de misericordia corporales y les advirtió que “se las metieran en la cabeza, porque es el estilo de la vida cristiana”. Un mensaje cercano y entrañable que hizo esbozar las sonrisas de los presentes, a quienes pidió que no fueran rencorosos, ni vengativos y que siempre perdonen: “Ser misericordiosos quiere decir también ser capaces de perdonar. Y esto no es fácil, ¿eh? Puede pasar que, a veces, en familia, en la escuela, en la parroquia, en el gimnasio o en lugares de diversión, alguno nos haga un feo y nos sintamos ofendidos; o en algún momento de nerviosismo podemos ser nosotros quien ofendamos a otros. ¡No nos quedemos con el rencor o con el deseo de venganza! No sirve para nada: es como una carcoma que nos come el alma y no nos permite ser felices. 

¡Perdonemos! Perdonemos y olvidemos el daño recibido, así podremos comprender la enseñanza de Jesús y ser sus discípulos y testigos de misericordia”.

Audio y texto del mensaje del Papa:

Queridos chicos y chicas, ¡buenas tardes!
Están reunidos aquí por un momento de fiesta y de alegría. No he podido ir, lo siento. Así que he decidido saludarles con este video. Me hubiera gustado mucho poder ir al Estadio, pero no he podido…

Les agradezco que hayan recibido la invitación de venir a celebrar el Jubileo, aquí en Roma. Esta mañana han transformado la Plaza de San Pedro en un grande confesionario y después han atravesado la Puerta Santa. No olviden que la Puerta indica el encuentro con Cristo, que nos introduce al amor del Padre y nos pide ser misericordiosos, como Él es misericordioso.
 
Mañana, además, celebraremos juntos la Misa. Tenía que haber también un espacio para estar juntos con alegría y escuchar algunos testimonios importantes, que les pueden ayudar a crecer en la fe y en la vida.

Sé que tienen un pañuelo con frases de las Obras de misericordia corporales: métanse en la cabeza estas obras, porque son el estilo de vida cristiana. Como saben las Obras de misericordia son gestos simples, que pertenecen a la vida de todos los días, permitiendo reconocer el Rostro de Jesús en el rostro de tantas personas. ¡También los jóvenes! También los jóvenes como ustedes, que tienen hambre, sed: que son prófugos o forasteros o enfermos y piden nuestra ayuda, nuestra amistad.

Ser misericordiosos quiere decir también ser capaces de perdonar. Y esto no es fácil, ¿eh? Puede pasar que, a veces, en familia, en la escuela, en parroquia, en el gimnasio o en lugares de divertimiento, alguno nos haga un feo y nos sintamos ofendidos; o en algún momento de nerviosismo podemos ser nosotros quien ofendamos a otros. ¡No nos quedemos con el rencor o con el deseo de venganza! No sirve para nada: es como una carcoma que nos come el alma y no nos permite ser felices. ¡Perdonemos! Perdonemos y olvidemos el daño recibido, así podremos comprender la enseñanza de Jesús y ser sus discípulos y testigos de misericordia.

Chicos, cuantas veces me ha pasado de tener que llamar por teléfono a los amigos y que no pueda ponerme en contacto con ellos porque no hay cobertura. Estoy seguro de que les ha pasado también a ustedes: que el teléfono móvil en algunos lugares no funciona... Bien, recuerde que si en su vida no está Jesús ¡es como si no hubiera cobertura! No se consigue hablar y nos cerramos en nosotros mismos. ¡Pongámonos siempre donde funciona! La familia, la parroquia, la escuela, porque de esta manera tendremos siempre alguna cosa que decir de bueno y de verdad.

Ahora me despido de todos ustedes y les deseo que vivan con alegría este momento y les espero a todos mañana en la Plaza de San Pedro. ¡Ciao!

(Mónica Zorita- Radio Vaticano)

jueves, 21 de abril de 2016

Homilías del Papa Santa Marta 21/04/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Francisco \ Misa en Santa Marta

Homilía del Papa: hacer memoria de las cosas bellas de Dios

El Papa Francisco celebra la Misa matutina 
en la capilla de la Casa de Santa Marta - OSS_ROM
21/04/2016 12:31
(RV).- Que el cristiano siempre “haga memoria” de los modos y de las circunstancias con que Dios se ha hecho presente en su vida, porque esto refuerza el camino de la fe. Fue la idea central que el Papa Francisco manifestó en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

La fe es un camino que, mientras se va recorriendo, debe hacer memoria constante de lo que ha sido. De las “cosas bellas” que Dios ha realizado a lo largo del recorrido y también de los obstáculos, de los rechazos, porque Dios – aseguró el Santo Padre – “camina con nosotros y no se asusta de nuestras maldades”.

Hacer memoria de Dios que salva

Francisco se refirió nuevamente a un tema ya abordado, que le sugirió la Primera Lectura, en la que Pablo entra un día sábado en la sinagoga, en Antioquía, y comienza a anunciar el Evangelio partiendo de los albores del pueblo elegido, pasando por Abraham y Moisés, Egipto y la Tierra prometida, hasta llegar a Jesús.

El Papa subrayó que los discípulos plantean una “predicación histórica” que resulta fundamental, porque permite recordar los momentos sobresalientes, los signos de la presencia de Dios en la vida del hombre:

“Volver hacia atrás para ver cómo Dios nos ha salvado, recorrer el camino – con el corazón y con la mente –  con la memoria, y llegar así a Jesús. Es el mismo Jesús, en el momento más grande de su vida – jueves y viernes, en la Cena – en que nos ha dado su Cuerpo y su Sangre, y ha dicho: ‘Hagan esto en memoria mía’. La memoria de Jesús. Tener memoria acerca de cómo Dios nos ha salvado”.

“El Señor respeta”

La Iglesia llama, precisamente, “memorial” al Sacramento de la Eucaristía, así como – recordó el Pontífice –  en la Biblia el Deuteronomio es “el Libro de la memoria de Israel”. También nosotros – afirmó Francisco – “debemos hacer lo mismo” en “nuestra vida personal”, porque “cada uno de nosotros ha hecho un camino, acompañado por Dios, cercano a Dios” o “alejándose del Señor”:

“Hace bien al corazón cristiano hacer memoria de mi camino, de mi propio camino: acerca de cómo el Señor me ha conducido hasta aquí, cómo me ha llevado de la mano. Y las veces que yo le he dicho al Señor: ‘¡No! ¡Aléjate! ¡No quiero!’. El Señor respeta. ¡Es respetuoso! Pero hacer memoria, tener memoria de la propia vida y del propio camino. Retomar esto y hacerlo con frecuencia. ‘En aquel tiempo Dios me ha dado esta gracia y yo he respondido así, he hecho esto, aquello, aquello… Me ha acompañado…’. Y así llegamos a un nuevo encuentro, al encuentro de la gratitud”.

Memoria de las cosas bellas

El Santo Padre prosiguió explicando que del corazón debe nacer un “gracias” a Jesús, que jamás deja de caminar “en nuestra historia”. “Cuántas veces – reconoció Francisco – le hemos cerrado la puerta en la cara, cuántas veces hemos hecho de cuenta que no lo vemos, que no creemos en Él está con nosotros. Cuántas veces hemos renegado su salvación… Pero Él estaba allí”:

“La memoria nos acerca a Dios. La memoria de aquella obra que Dios ha hecho en nosotros, en esta re-creación, en esta re-generación, que nos trae más que el antiguo esplendor que tenía Adán en la primera creación. Yo les aconsejo esto, sencillamente: ¡hagan memoria! ¿Cómo ha sido mi vida, cómo ha sido mi jornada hoy, o cómo ha sido este último año? Memoria. ¿Cómo han sido mis relaciones con el Señor? Memoria de las cosas bellas, grandes que el Señor ha hecho en la vida de cada uno de nosotros”.



Francisco \ Misa en Santa Marta
 
Homilía del Papa: quien sigue a Jesús no se equivoca

El Papa Francisco celebra la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta - OSS_ROM


18/04/2016 13:25

(RV).- Si escuchamos la voz de Jesús y lo seguimos, no nos equivocaremos de camino. Fue el núcleo de la homilía del Papa Francisco durante la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que el Señor, el “Buen Pastor”, es la única puerta que nos puede hacer entrar en el recinto de la vida eterna. De ahí su admonición a no fiarse de supuestos videntes y cartománticos que nos llevan por un camino equivocado.

La puerta, el camino y la voz. Partiendo del Evangelio del día, el Pontífice se refirió al pasaje del Buen Pastor, para detenerse en tres realidades determinantes para la vida del cristiano. Y observó, ante todo, la advertencia de Jesús: “El que no entra en el recinto de las ovejas por la puerta”, sino que lo hace por otra parte, “es un ladrón y un bandido”. Porque Él es la puerta, y “no hay otra”.

Preguntémonos siempre si tomamos decisiones en nombre de Jesús

“Jesús  – destacó el Obispo de Roma – siempre hablaba a la gente con imágenes sencillas: toda aquella gente sabía cómo era la vida de un pastor”. Y aprendieron que “sólo se entra por la puerta del recinto de las ovejas”. Los que quieren entrar por otra parte, por la ventana o por otra parte, en cambio, son delincuentes:

“De manera tan clara habla el Señor. No se puede entrar en la vida eterna por otra parte que no sea la puerta, es decir, que no sea Jesús’. Es la puerta de nuestra vida y no sólo de la vida eterna, sino también de nuestra vida cotidiana. Esta decisión, por ejemplo, ¿yo la tomo en nombre de Jesús, por la puerta de Jesús, o la tomo un poco – digámoslo con un lenguaje sencillo – la tomo de contrabando? ¡Sólo se entra en el recinto por la puerta, que es Jesús!”

Seguir a Jesús, no a los cartománticos y supuestos videntes

Por tanto Jesús – prosiguió explicando el Pontífice – habla del camino. El pastor conoce a sus ovejas y las conduce afuera: “Camina delante de ellas y las ovejas lo siguen”. El camino es precisamente esto – dijo también el Papa Bergoglio – “seguir a Jesús” en el “camino de la vida, de la vida de todos los días”. Y añadió que no es posible equivocarse, porque “Él va por delante y nos indica el camino”:

“¡Quien siegue a Jesús no se equivoca! ‘Eh, Padre, sí, pero las cosas son difíciles… Tantas veces yo no veo claro qué cosa hacer… Me dijeron que allá había una vidente  y fui allá, o allí; fui a lo del cartomántico, que me tiró las cartas…’ – ‘¡Si tú haces esto, no sigues a Jesús! Sigues a otro que te da otro camino, diverso. Él delante indica el camino. No hay otro que pueda indicar el camino’. Jesús nos ha avisado: ‘Vendrán otros que dirán: el camino del Mesías es esto, esto… ¡No lo escuchen! No los escuchen a ellos. ¡El camino soy Yo!’. Jesús es la puerta y también el camino. Si lo seguimos a Él no nos equivocaremos”.

Podemos escuchar la voz de Jesús en las Bienaventuranzas

Francisco se detuvo por último en la voz del Buen Pastor.  Y señaló que “las ovejas lo siguen porque conocen su voz”. A la vez que se preguntó ¿cómo podemos conocer la voz de Jesús, e incluso defendernos “de la voz de aquellos que no son Jesús, que entran por la ventana, que son delincuentes, que destruyen, que engañan?”:

"‘Yo te daré la receta, sencilla. Tú encontrarás la voz de Jesús en las Bienaventuranzas. El que te enseñe un camino contrario a las Bienaventuranzas, es uno que ha entrado por la ventana: ¡no es Jesús!’. Segundo: ‘¿Tú conoces la voz de Jesús? Tú puedes conocerla cuando nos habla de las obras de misericordia. Por ejemplo, en el capítulo 25 de San Mateo: ‘Si alguien te dice aquello que Jesús dice allí, es la voz de Jesús’. Y tercero: ‘Tú puedes conocer la voz de Jesús cuando te enseña a decir ‘Padre’, es decir, cuando te enseña a rezar el Padrenuestro”.

“Es tan fácil la vida cristiana – comentó el Santo Padre al concluir – Jesús es la puerta; Él nos guía en el camino y nosotros conocemos su voz en las Bienaventuranzas, en las obras de misericordia y cuando nos enseña a decir ‘Padre’. Acuérdense – terminó diciendo el Papa – ‘la puerta, el camino y la voz. Que el Señor nos haga entender esta imagen de Jesús, este icono: el pastor, que es puerta, indica el camino y nos enseña a nosotros a escuchar su voz’”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).



Homilía del Papa: permitir que Dios nos abra el corazón


El Papa Francisco celebra la Misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta - OSS_ROM


15/04/2016 12:29


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(RV).-  A un corazón duro que elige abrirse con “docilidad” a su Espíritu, Dios siempre da la gracia y la “dignidad” para volverse a levantar, realizando, “si fuera necesario”, un acto de humildad. Lo afirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, al comentar el pasaje bíblico de la conversión de San Pablo.

Tener fervor por las cosas sagradas no quiere decir tener un corazón abierto a Dios. El Papa Francisco puso el ejemplo de un hombre fervoroso en la fidelidad a los principios de su fe, Pablo de Tarso, pero con el “corazón cerrado”, totalmente sordo a Cristo, es más, “de acuerdo” con exterminar a sus secuaces hasta el punto de hacerse autorizar a encadenar a quienes vivían en Damasco.

La humillación que ablanda el corazón

Todo sucede precisamente a lo largo del camino que lo lleva a esta meta y la de Pablo – afirmó el Papa – se convierte en la “historia de un hombre que deja que Dios le cambie el corazón”. Pablo es envuelto por una luz potente, oye una voz que lo llama, cae y se vuelve ciego momentáneamente. “Saulo el fuerte, el seguro, estaba por el suelo, comentó Francisco. Y subrayó que en esa condición, “comprende su verdad, que no es “un hombre como Dios quería, porque Dios nos ha creado a todos nosotros para estar de pie, con la cabeza alta”. Sin embargo, la voz del cielo no dice sólo: “¿Por qué me persigues?”, sino que invita a Pablo a levantarse:

“‘Levántate y te será dicho’. Ti debes aprender aún. Y cuando comenzó a levantarse no podía, porque se dio cuenta de que estaba ciego: en aquel momento había perdido la vista. ‘Y se dejó guiar’: comenzó, el corazón, a abrirse. Así, guiándolo de la mano, los hombres que estaban con él lo condujeron a Damasco y durante tres días permaneció ciego y no tomó alimento ni bebida. Este hombre estaba por el suelo, pero entendió inmediatamente que debía aceptar esta humillación. Precisamente el camino para abrir el corazón es la humillación. Cuando el Señor nos envía humillaciones o permite que vengan las humillaciones es precisamente para esto: para que el corazón se abra, sea dócil, [para que] el corazón se convierta al Señor Jesús.

Protagonista es el Espíritu Santo

El corazón de Pablo se ablanda.  En aquellos días de soledad y ceguera, cambia su vista interior. Después Dios le envía a Ananías, que le impone las manos y los ojos de Saulo vuelven a ver. Pero hay un aspecto en esta dinámica que – afirmó el Pontífice –, se debe tener muy en cuenta:

“Recordemos que el protagonista de estas historias no son ni los doctores de la ley, ni Esteban, ni Felipe, ni el eunuco, ni Saulo… Es el Espíritu Santo. Protagonista de la Iglesia es el Espíritu Santo que conduce al pueblo de Dios. E inmediatamente se le cayeron de los ojos como dos escamas y recuperó la vista. Se levantó y fue bautizado. La dureza del corazón de Pablo – Saulo, Pablo – llega a ser docilidad al Espíritu Santo”.

La dignidad de volver a levantarse

“Es bello – concluyó diciendo el Obispo de Roma  – ver cómo el Señor es capaz de cambiar los corazones” y hacer que “un corazón duro, terco, se transforme en un corazón dócil al Espíritu”:

“Todos nosotros tenemos durezas en el corazón: todos nosotros. Si alguno de ustedes no las tiene, levante la mano, por favor. Todos nosotros. Pidamos al Señor que nos haga ver que estas durezas nos echan al piso. Que nos envíe la gracia y también  – si fuera necesario – las humillaciones para que no permanezcamos en el piso y levantarnos, con la dignidad con la que nos ha creado Dios, es decir, la gracia de un corazón abierto y dócil al Espíritu Santo”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).


miércoles, 20 de abril de 2016

Ángelus del Papa Francisco. Audiencia 20/04/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Papa: transformar el mundo 
con amor y amistad de Jesús


Papa Francisco, en su audiencia general: 
transformar el mundo, siendo amigos de Jesús - AP
20/04/2016 12:42SHARE:

(RV).- En este tiempo de Pascua, dejemos que el amor misericordioso de Dios se difunda en nuestros corazones, para que nosotros mismos sepamos acoger con amor a nuestros hermanos y hermanas, deseó el Obispo de Roma a los peregrinos de tantas partes del mundo, que participaron en la audiencia general, de la cuarta semana de Pascua del Jubileo de la Misericordia.

E invocó sobre todos y sus familias, el amor misericordioso de Dios nuestro Padre, para transformar el mundo, siendo amigos de Jesús:

«Queridos hermanos y hermanas, Dios nos amó primero: respondamos con nuestro amor al Señor y a los demás, de este modo podemos transformar el mundo.

¡Que nada les impida vivir y crecer en la amistad con el Señor Jesús y testimoniar a todos su gran bondad y misericordia!»
Con su cordial bienvenida a los peregrinos de lengua árabe, en particular a los provenientes de Oriente Medio, la entrañable exhortación del Papa:

«Queridos hermanos y hermanas, ser apóstoles de misericordia significa tocar y acariciar las llagas, presentes en el cuerpo y el alma de tantos nuestros hermanos y hermanas. Y sanando estas llagas, profesamos a Jesús, lo hacemos presente y vivo, permitimos a los demás que toquen con mano su misericordia».

En la víspera de la fiesta de San Anselmo, nacido en Aosta, que fue Arzobispo de Canterbury, el Papa evocó su ejemplo en sus saludos a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados:

«Mañana recordamos a San Anselmo de Aosta, Obispo y Doctor de la Iglesia. Que su ejemplo de vida los impulse a ustedes, queridos jóvenes, a ver en Jesús misericordioso, al verdadero maestro de vida. Que su intercesión les obtenga a ustedes, queridos enfermos, la serenidad y la paz, presentes en el misterio de la cruz. Y que su doctrina, sea una exhortación para ustedes, queridos recién casados, a ser educadores de sus hijos con la sapiencia del corazón»

martes, 19 de abril de 2016

Homilía del Papa en Santa Marta 2016-04-19

Homilías del Papa y Temas sacerdotales

Papa: 
un cristiano que no se deja atraer por Dios es huérfano

2016-04-19 Radio Vaticano

(RV).- “Un cristiano que no se deja atraer por el Padre hacia Jesús es un cristiano que vive como huérfano”. Lo afirmó el Papa en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta. Un corazón abierto a Dios – dijo Francisco – es capaz de aceptar las “novedades” que trae el Espíritu. 

Milagros, signos prodigiosos, palabras jamás escuchadas antes y después casi siempre la misma pregunta: “¿Eres tú el Cristo?”. El Papa comenzó su homilía a partir del escepticismo invencible que los judíos tienen hacia Jesús y que surge también en el pasaje del Evangelio del día.

El Padre atrae a los corazones
Aquella pregunta – “¿hasta cuándo nos mantendrás en la incertidumbre? Si tú eres el Cristo, dínoslo a nosotros abiertamente” – que escribas y fariseos repetirán muchas veces de diversas formas, en la práctica nace  – tal como observa Francisco – de un corazón ciego. Una ceguera de fe, y Jesús mismo explica a sus interlocutores: “Ustedes no creen porque no forman parte de mis ovejas”. Formar parte del rebaño de Dios es una gracia, pero que tiene necesidad de un corazón disponible:

“‘Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán eternamente y nadie las arrebatará de mi mano’. Estas ovejas ¿han estudiado para seguir a Jesús y después han creído? No. ‘Mi Padre que me las dio es mayor que todos’. Es precisamente el Padre quien da las ovejas al pastor. Es el Padre quien atrae los corazones hacia Jesús”.

Como huérfanos
La dureza del corazón de escribas y fariseos, que ven las obras realizadas por Jesús, pero que no quieren reconocer en Él al Mesías, es “un drama” – afirmó el Obispo de Roma – que “va adelante hasta el Calvario”. Es más, prosigue también después de la Resurrección, cuando a los soldados de guardia en el sepulcro se les sugiere admitir – recordó el Papa – que se han adormecido para acreditar el robo del cuerpo de Cristo por parte de los discípulos. Ni siquiera el testimonio de quien ha asistido a la Resurrección hace que cambie el punto de vista de quien rechaza creer. Esto tiene una consecuencia. “Son huérfanos” – reafirmó el Pontífice – “porque han renegado a su Padre”:

“Estos doctores de la ley tenían el corazón cerrado, se sentían dueños de sí mismos y, en realidad, eran huérfanos, porque no tenían relación con el Padre. Hablaban, sí, de sus Padres – nuestro padre Abraham, los Patriarcas… – hablaban, pero como figuras lejanas. En su corazón eran huérfanos, vivían en estado de orfandad, en condición de huérfanos, y preferían esto a dejarse atraer por el Padre. Y éste es el drama del corazón cerrado de esta gente”.

“Atraerme hacia Jesús”
Al contrario – señaló el Papa refiriéndose a la Primera lectura – la noticia que llega a Jerusalén, de que muchos paganos se abrían a la fe gracias a la predicación de los discípulos que se habían sentido impulsados hasta Fenicia, Chipre y Antioquía – noticia que en primer lugar había causado mucho temor a los discípulos, demuestra lo que significa tener un corazón abierto a Dios. Un corazón como el de Bernabé quien, enviado a Antioquía a verificar las voces, no se escandaliza por la efectiva conversión, incluso de los paganos, y esto porque – concluyó el Santo Padre – Bernabé “aceptó la novedad”, se “dejó atraer por el Padre hacia Jesús”:

“Jesús nos invita a ser sus discípulos, pero para serlo, debemos dejarnos atraer por el Padre hacia Él. Y la oración humilde del hijo, que nosotros podemos hacer, es: ‘Padre, atráeme hacia Jesús; Padre, llévame a conocer a Jesús’, y el Padre enviará al Espíritu a abrirnos los corazones y nos llevará hacia Jesús. Un cristiano que no se deja atraer por el Padre hacia Jesús es un cristiano que vive en condición de huérfano; y nosotros tenemos un Padre, no somos huérfanos”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)


domingo, 17 de abril de 2016

Homilía del Papa en Santa Marta 2016-04-14

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Homilía del Papa:
 docilidad al Espíritu impulsa a la Iglesia,
no la ley

2016-04-14 Radio Vaticana

(RV).- «Pidamos la gracia escuchar al Señor» y de ser «dóciles al Espíritu Santo, sin oponerle resistencia». Fue la exhortación del Papa Francisco - en su homilía de la Misa matutina, en la capilla de la Casa de Santa Marta -  poniendo en guardia contra esa resistencia, que algunos justifican con una, «‘por así decir', fidelidad a la ley».
No oponer resistencia al Espíritu Santo, con el pretexto de ser fieles a la ley

El Espíritu Santo fue el que le dijo a Felipe lo que tenía que hacer para evangelizar al etíope, recordó el Papa, con la primera lectura del día, de los Hechos de los Apóstoles, para luego hacer hincapié en que «es Él, el que hace las cosas. Es el Espíritu el que hace nacer y crecer a la Iglesia»:

«En días pasados, la Iglesia nos presentó el drama de la resistencia al Espíritu: los corazones cerrados, duros, necios, que resisten al Espíritu. Veían las cosas – la curación del lisiado por parte de Pedro y Juan en la Puerta del Templo; las palabras y las cosas grandes que hacía Esteban… - pero se quedaron cerrados a estos signos del Espíritu y opusieron resistencia al Espíritu. E intentaban justificar su resistencia con una ‘por así decir, fidelidad’ a la ley, es decir, a la letra de la ley».

«Hoy, la Iglesia nos presenta lo contrario: no la resistencia al Espíritu, sino la docilidad, al Espíritu, que es precisamente la actitud del cristiano», señaló el Santo Padre. Y reiteró que «ser dóciles al Espíritu, permite que el Espíritu pueda actuar,  impulsar y hacer crecer a la Iglesia». Como con Felipe, uno de los Apóstoles, «muy atareado, como todos los obispos, y que ese día tenía, seguramente, muchos planes de trabajo». Pero, el Espíritu le dice que deje todo lo que había planeado y que fuera donde estaba el etíope. Y él obedeció. Tras evocar ese encuentro entre Felipe y el etíope, al que el Apóstol le «explica el Evangelio y su mensaje de salvación», el Obispo de Roma dijo que «el Espíritu trabajaba en el corazón del etíope» y le ofreció «el don de la fe». Ante ello, «este hombre sintió algo nuevo en su corazón». Y pidió ser bautizado: fue dócil al Espíritu Santo.

La docilidad al Espíritu nos dona alegría
«Dos hombres: uno evangelizador y uno que no sabía nada de Jesús, pero el Espíritu había sembrado en él una curiosidad sana, no esa de los chismes. Y, al final el eunuco prosigue su camino con alegría, la alegría del Espíritu, por la docilidad al Espíritu»:

«Escuchamos, en días pasados, lo que hace la resistencia al Espíritu. Hoy, tenemos un ejemplo de dos hombres que fueron dóciles a la voz del Espíritu. Y el signo es la alegría. La docilidad al Espíritu es fuente de alegría. ‘Yo quisiera hacer algo, esto… Pero, siento que el Señor me pide otra cosa. ¡Encontraré la alegría allí donde está la llamada del Espíritu!»

Pidamos la gracia de ser siervos dóciles al Espíritu, que es el que impulsa a la Iglesia

«Habla Señor, que tu siervo escucha». El Papa Francisco concluyó su homilía invitando a rezar este ruego, que encontramos en el Primer Libro de Samuel, pidiendo la gracia de ser dóciles al Espíritu:

«Ésta es una bella oración que podemos rezar siempre: ‘Habla Señor, porque te escucho’. La oración para pedir aquella docilidad al Espíritu Santo y con esta docilidad llevar adelante a la Iglesia, ser instrumentos del Espíritu, para que la Iglesia pueda seguir adelante. ‘Habla Señor, que tu siervo escucha’. Recemos así, tantas veces al día: cuando tenemos alguna duda, cuando no sabemos o cuando simplemente queremos rezar. Y con esta oración, pidamos la gracia de la docilidad al Espíritu Santo».
(CdM – RV)
(from Vatican Radio)



miércoles, 13 de abril de 2016

Homilía del Papa: Casa de Santa Marta, 12/04/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Homilía del Papa: las persecuciones 
son el pan de la Iglesia

El Papa Francisco celebra la Misa matutina 
en la capilla de la Casa de Santa Marta 
- OSS_ROM

12/04/2016 

(RV).- “La persecución es el pan cotidiano de la Iglesia”. Lo reafirmó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

Como sucedió a Esteban, el primer mártir, o a los “pequeños mártires” asesinados por Herodes, también hoy – afirmó el Papa – tantos cristianos son asesinados por su fe en Cristo, mientras otros son perseguidos “educadamente” porque quieren manifestar el valor de ser “hijos de Dios”.

Existen persecuciones sanguinarias, como el ser devorados por animales feroces para la alegría del público en las gradas, o saltar por el aire a causa de una bomba a la salida de la Misa. Y persecuciones con guantes blancos, encubiertas “de cultura”, aquellas que te confinan en un rincón de la sociedad, que llegan a quitarte el trabajo si no te adecúas a las leyes que “van contra Dios Creador”.

Mártires de todos los días
El relato del martirio de Esteban, descrito en el pasaje de los Hechos de los Apóstoles propuesto por la liturgia del día, inspiró al Papa a hacer algunas consideraciones sobre una realidad que desde hace dos mil años es una historia dentro de la historia de la fe cristiana, a saber, la persecución:

“La persecución, yo diría, es el pan cotidiano de la Iglesia. Jesús lo ha dicho. Nosotros, cuando hacemos un poco de turismo por Roma y vamos al Coliseo, pensamos que los mártires eran aquellos asesinados por los leones. Pero los mártires no fueron sólo aquellos allí, o aquellos otros. Son hombres y mujeres de todos los días: hoy, el día de Pascua, hace apenas tres semanas… Aquellos cristianos que festejaban la Pascua en Pakistán fueron martirizados precisamente porque festejaban a Cristo Resucitado. Y así la historia de la Iglesia va adelante con sus mártires”.

Persecuciones “educadas”
El martirio de Esteban desencadenó una cruel persecución anticristiana en Jerusalén, análoga a la que hoy sufre quien no es libre de profesar su fe en Jesús. “Pero – observó Francisco – hay otra persecución de la que no se habla tanto”, una persecución “disfrazada de cultura, disfrazada de modernidad, disfrazada de progreso”:

“Es una persecución  – yo diría un poco irónicamente  – ‘educada’. Es cuando se persigue al hombre no por confesar el nombre de Cristo, sino por querer tener y manifestar los valores del Hijo de Dios. ¡Es una persecución contra Dios Creador en la persona de sus hijos! Y así vemos todos los días que las potencias hacen leyes que obligan a ir por este camino y una nación que no sigue estas leyes modernas, cultas o, al menos, que no quiere tenerlas en su legislación, es perseguida educadamente. Es la persecución que quita al hombre la libertad, ¡incluso de la objeción de conciencia!”.

La gran apostasía
“Ésta es la persecución del mundo” que “quita la libertad”, mientras “Dios – afirmó el Pontífice  – nos ha hecho libres” para dar testimonio “del Padre que nos ha creado y de Cristo que nos ha salvado”. Y esta persecución – añadió – “también tiene un jefe”:

“Al jefe de la persecución ‘educada’, Jesús lo ha nombrado: el príncipe de este mundo. Y cuando las potencias quieren imponer actitudes, leyes contra la dignidad del Hijo de Dios, persiguen a estos y van contra Dios Creador. Es la gran apostasía. Así la vida de los cristianos va adelante con estas dos persecuciones. También el Señor nos ha prometido que no se alejará de nosotros.

 “¡Estén atentos, estén atentos! No caigan en el espíritu del mundo. ¡Estén atentos! Pero vayan adelante. Yo estaré con ustedes”.
(María Fernanda Bernasconi - RV).


Homilía del Papa en Santa Marta, 2016-04-11

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Papa: los doctores de la ley 
están cerrados a las profecías

2016-04-11 Radio Vaticana

(RV).- Los doctores de la ley juzgan a los demás usando la Palabra de Dios contra la Palabra de Dios, cierran el corazón a la profecía, a ellos no les importa la vida de las personas sino sólo sus esquemas hechos de ley y palabras. Lo recordó el Papa Francisco en su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta.

El Pontífice centró su reflexión partiendo de la primera lectura, tomada del Libro de los Hechos de los Apóstoles, según la cual los doctores de la ley acusan a Esteban con calumnias porque no logran “resistir a la sabiduría y al espíritu” con que habla. Instigan a falsos testigos para que digan que han oído “pronunciar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios”.

“El corazón cerrado a la verdad de Dios – observó el Santo Padre –  sólo está aferrado a la verdad de la ley”, y precisó que “más que de la ley, de la letra”, y “no encuentra otra salida que la mentira, el falso testimonio y la muerte”. Jesús ya los había reprendido por esta actitud, porque “sus padres habían asesinado a los profetas” y ellos, ahora, construyen monumentos a aquellos profetas.

Y la respuesta de los “doctores de la letra” es “cínica” más que “hipócrita”: “Si nosotros hubiéramos estado en la época de nuestros padres, no habríamos hecho lo mismo”. Y “así – explicó el Papa – se lavan las manos y ante sí mismos se juzgan puros. Pero el corazón está cerrado a la Palabra de Dios, está cerrado a la verdad, está cerrado al mensajero de Dios que lleva la profecía, para que el pueblo de Dios vaya adelante”:

“Me hace mal cuando leo aquel pequeños pasaje del Evangelio de Mateo, cuando Judas arrepentido va a los sacerdotes y dice ‘He pecado’ y quiere dar… y devuelve las monedas. ‘¡Qué nos importa! – responden ellos – así,  ¡Tú te las arreglas!’. Un corazón cerrado ante este pobre hombre arrepentido que no sabía qué cosa hacer. ‘Tú te las arreglas’. Y Judas fue a ahorcarse. ¿Y qué cosa hacen ellos, cuando Judas va a ahorcarse? Hablan y dicen: ‘¿Pero pobre hombre’? ¡No! Inmediatamente las monedas: ‘Estas monedas  tienen el precio de la sangre, no pueden entrar en el templo’… la regla tal, tal, tal, tal… ¡Los doctores de la letra!”.

El Papa Francisco prosiguió diciendo:
“A ellos no les importa la vida de una persona, no les importa el arrepentimiento de Judas: el Evangelio dice que ha vuelto arrepentido. Sólo les importa su esquema de leyes y tantas palabras y tantas cosas que han construido. Y ésta es la dureza de su corazón. Y ésta es la dureza del corazón, la necedad del corazón de esta gente, que dado que no podía resistir a la verdad de Esteban va a buscar testigos, testigos falsos, para juzgarlo”.

Esteban – afirmó el Obispo de Roma – termina como todos los profetas, termina como Jesús. Y esto se repite en la historia de la Iglesia:

“La historia nos habla de tanta gente que es asesinada, juzgada, si bien era inocente: juzgada con la Palabra de Dios, contra la Palabra de Dios. Pensemos en la caza de brujas o en Santa Juana de Arco, en tantos otros que son quemados, condenados, porque no se adaptaron, según los jueces, a la Palabra de Dios. Es el modelo de Jesús quien, por ser fiel y haber obedecido a la Palabra del Padre, termina en la cruz. Con cuánta ternura Jesús dice a los discípulos de Emaús: ‘Insensatos y tardos de corazón’. Pidamos hoy al Señor que con la misma ternura mire las pequeñas o grandes necedades de nuestro corazón, nos acaricie y nos diga: ‘Insensato y tardo de corazón” y comience a explicarnos las cosas”.

(María Fernanda Bernasconi - RV).
(from Vatican Radio)

jueves, 7 de abril de 2016

Homilía del Papa: el Evangelio es el libro de la misericordia de Dios 03/04/2016

Homilías del Papa y Temas sacerdotales


Homilía del Papa: el Evangelio es el libro de la misericordia de Dios

El Papa Francisco celebra en la Plaza de San Pedro la Santa Misa del II Domingo de Pascua en la Fiesta de la Divina Misericordia. - AFP

03/04/2016 10:52SHARE:

(RV).- Con la participación de miles de fieles y peregrinos el Santo Padre Francisco celebró la mañana del II Domingo de Pascua, la Santa Misa en la Fiesta de la Divina Misericordia, tras la solemne vigilia de oración del primer sábado de abril, en que también se recordó a San Juan Pablo II, en el día en que se cumplían once años de su fallecimiento.
 
El Pontífice recordó en su homilía que el Evangelio es el libro de la misericordia de Dios, para leer y releer, porque todo lo que Jesús ha dicho y hecho es expresión de la misericordia del Padre. Y añadió que este texto sagrado sigue siendo un libro abierto, en el que se siguen escribiendo los signos de los discípulos de Cristo, gestos concretos de amor, que son el mejor testimonio de la misericordia. De ahí su exhortación a ser, todos nosotros, “escritores vivos del Evangelio, portadores de la Buena Noticia a todo hombre y mujer de hoy”.

El Papa Bergoglio también afirmó que las obras de misericordia, corporales y espirituales, son el estilo de vida del cristiano, puesto que mediante estos gestos sencillos y fuertes, y a veces hasta invisibles, podemos visitar a los necesitados, llevándoles la ternura y el consuelo de Dios, haciendo de este modo lo que hizo Jesús en el día de Pascua, cuando derramó en los corazones de los discípulos temerosos la misericordia del Padre, el Espíritu Santo que perdona los pecados y da la alegría.

Además Francisco puso de manifiesto el contraste entre el miedo de los discípulos que cierran las puertas de la casa y el mandato misionero de Jesús, que los envía al mundo a llevar el anuncio del perdón. Contraste que – dijo – puede manifestarse también en nosotros como una lucha interior entre el corazón cerrado y la llamada del amor a abrir las puertas cerradas y a salir de nosotros mismos.

Tras recordar que Cristo entró a través de las puertas cerradas del pecado, de la muerte y del infierno, y que desea entrar también en cada uno para abrir de par en par las puertas cerradas del corazón, el Obispo de Roma afirmó que el Señor resucitado nos indica una sola vía que va en una única dirección: salir de nosotros mismos, para dar testimonio de la fuerza sanadora del amor que nos ha conquistado.

En cuanto al saludo de Cristo a sus discípulos, “paz a ustedes”, el Papa Bergoglio afirmó que no se trata de “una paz negociada”, no es la suspensión de algo malo: es su paz, la paz que procede del corazón del Resucitado, la paz que venció el pecado, la muerte y el miedo. Es la paz que no divide, sino que une; es la paz que no nos deja solos; es la paz que permanece en el dolor y hace florecer la esperanza.

Por esta razón el Papa concluyó su homilía agradeciendo el amor inmenso que el Señor nos tiene e invitando a pedir la gracia de no cansarnos nunca de acudir a la misericordia del Padre y de llevarla al mundo siendo nosotros mismos misericordiosos, para difundir por doquier la fuerza del Evangelio.
(María Fernanda Bernasconi – RV).

Texto y audio de la homilía del Santo Padre Francisco de la Misa celebrada el segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia:

«Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos» (Jn 20,30). 

El Evangelio es el libro de la misericordia de Dios, para leer y releer, porque todo lo que Jesús ha dicho y hecho es expresión de la misericordia del Padre. Sin embargo, no todo fue escrito; el Evangelio de la misericordia continúa siendo un libro abierto, donde se siguen escribiendo los signos de los discípulos de Cristo, gestos concretos de amor, que son el mejor testimonio de la misericordia.

Todos estamos llamados a ser escritores vivos del Evangelio, portadores de la Buena Noticia a todo hombre y mujer de hoy. Lo podemos hacer realizando las obras de misericordia corporales y espirituales, que son el estilo de vida del cristiano. 

Por medio de estos gestos sencillos y fuertes, a veces hasta invisibles, podemos visitar a los necesitados, llevándoles la ternura y el consuelo de Dios. Se sigue así aquello que cumplió Jesús en el día de Pascua, cuando derramó en los corazones de los discípulos temerosos la misericordia del Padre, el Espíritu Santo que perdona los pecados y da la alegría.

Sin embargo, en el relato que hemos escuchado surge un contraste evidente: por una parte, está el miedo de los discípulos que cierran las puertas de la casa; por otro lado, el mandato misionero de parte de Jesús, que los envía al mundo a llevar el anuncio del perdón. Este contraste puede manifestarse también en nosotros, una lucha interior entre el corazón cerrado y la llamada del amor a abrir las puertas cerradas y a salir de nosotros mismos. Cristo, que por amor entró a través de las puertas cerradas del pecado, de la muerte y del infierno, desea entrar también en cada uno para abrir de par en par las puertas cerradas del corazón. Él, que con la resurrección venció el miedo y el temor que nos aprisiona, quiere abrir nuestras puertas cerradas y enviarnos. El camino que el Señor resucitado nos indica es de una sola vía, va en una única dirección: salir de nosotros mismos, para dar testimonio de la fuerza sanadora del amor que nos ha conquistado. Vemos ante nosotros una humanidad continuamente herida y temerosa, que tiene las cicatrices del dolor y de la incertidumbre. Ante el sufrido grito de misericordia y de paz, escuchamos hoy la invitación esperanzadora que Jesús dirige a cada uno de nosotros: «Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo» (v. 21).

Toda enfermedad puede encontrar en la misericordia de Dios una ayuda eficaz. De hecho, su misericordia no se queda lejos: desea salir al encuentro de todas las pobrezas y liberar de tantas formas de esclavitud que afligen a nuestro mundo.

Quiere llegar a las heridas de cada uno, para curarlas. Ser apóstoles de misericordia significa tocar y acariciar sus llagas, presentes también hoy en el cuerpo y en el alma de muchos hermanos y hermanas suyos. Al curar estas heridas, confesamos a Jesús, lo hacemos presente y vivo; permitimos a otros que toquen su misericordia y que lo reconozcan como «Señor y Dios» (cf. v. 28), como hizo el apóstol Tomás. 

Esta es la misión que se nos confía. Muchas personas piden ser escuchadas y comprendidas. El Evangelio de la misericordia, para anunciarlo y escribirlo en la vida, busca personas con el corazón paciente y abierto, “buenos samaritanos” que conocen la compasión y el silencio ante el misterio del hermano y de la hermana; pide siervos generosos y alegres que aman gratuitamente sin pretender nada a cambio.

«Paz a vosotros” (v. 21): es el saludo que Cristo trae a sus discípulos; es la misma paz, que esperan los hombres de nuestro tiempo. No es una paz negociada, no es la suspensión de algo malo: es su paz, la paz que procede del corazón del Resucitado, la paz que venció el pecado, la muerte y el miedo. Es la paz que no divide, sino que une; es la paz que no nos deja solos, sino que nos hace sentir acogidos y amados; es la paz que permanece en el dolor y hace florecer la esperanza.

Esta paz, como en el día de Pascua, nace y renace siempre desde el perdón de Dios, que disipa la inquietud del corazón. Ser portadores de su paz: esta es la misión confiada a la Iglesia en el día de Pascua. Hemos nacido en Cristo como instrumentos de reconciliación, para llevar a todos el perdón del Padre, para revelar su rostro de amor único en los signos de la misericordia.

En el Salmo responsorial se ha proclamado: «Su amor es para siempre» (117/118,2). Es verdad, la misericordia de Dios es eterna; no termina, no se agota, no se rinde ante la adversidad y no se cansa jamás. En este “para siempre” encontramos consuelo en los momentos de prueba y de debilidad, porque estamos seguros que Dios no nos abandona. Él permanece con nosotros para siempre. Le agradecemos su amor tan inmenso, que no podemos comprender. ¡Es tan grande! Pidamos la gracia de no cansarnos nunca de acudir a la misericordia del Padre y de llevarla al mundo; pidamos ser nosotros mismos misericordiosos, para difundir en todas partes la fuerza del Evangelio, para escribir aquellas páginas del Evangelio que el Apóstol Juan no ha escrito.

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